Aterrizando en el aeropuerto Carriel Sur
Uno de los sueños que me acompañó desde mi más temprana infancia fue el poder
volar. Recuerdo que en los paseos familiares veraniegos a la playa, no me
bañaba como lo hacían mis hermanos y amigos, prefería pasar horas embelesado
observando la evolución de las aves, imaginando como sería observar al mundo
desde los cielos.
Cuando me transformé en adulto no olvidé ese sueño infantil, y al
terminar mis estudios universitarios lo primero que hice fue ahorrar dinero para
hacer el curso de vuelo. Así, al poco tiempo ya tenía mi licencia de piloto
aviador. Y aquí quiero recordar un hecho curioso: durante varios años me
movilizaba al aeródromo Carriel Sur de Concepción, caminando o en bicicleta,
sólo después de cinco años de obtenida la licencia de piloto me pude comprar un
auto, y recién en ese momento aprendí a conducir.
Durante más de veinte años
volé intensamente, pero no solo en vuelos de fin de semana como la mayoría de
los pilotos privados de avión, sino que además realizando misiones de apoyo en
el combate aéreo de incendios forestales, vuelos de ayuda y evacuación
aeromédica a localidades aisladas, principalmente la Isla Santa María e Isla Mocha. Y también cientos de vuelos de fotografía aérea para empresas forestales.
Circunstancias de la vida me obligaron a plegar, espero que temporalmente, mis alas.
Pero cuando se aprende el arte del vuelo, se es piloto para toda la vida, aunque la licencia esté vencida.
Revisando viejos videos encontré una grabación de un
vuelo que hice por Concepción y sus alrededores, a principios de los años 2000.
La cinta 8mm tenía signos de deterioro, por lo que la calidad del registro no es
la mejor. El audio, con mucho ruido, lo reemplacé por algunos temas de Neil
Diamond, de la película “Juan Salvador Gaviota”. Quienes iban de pasajeros en
ese vuelo, eran compañeros de trabajo en la Universidad de Concepción.
Un grato
recuerdo de mi época de aviador activo.
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