2 de octubre de 2006

Colón irritable (6 agosto 2006)

El pasado 20 de mayo se cumplieron 500 años de la muerte de Cristóbal Colón. Esta conmemoración constituye una excelente oportunidad para revisar aspectos desconocidos y controversiales de la vida y obra de uno de los personajes más relevantes de nuestra civilización occidental.

Por Hugo Jara Goldenberg

Publicado en el diario El Sur, el 6 de agosto de 2006.
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En Cristóbal Colón encontramos a una de las personalidades más enigmáticas y controversiales de la Historia, esto a pesar de que para la mayoría de las personas constituye un personaje aparentemente muy conocido. Cuando evocamos su figura, no podemos evitar el recuerdo idealizado del descubridor, generado a partir de esas cándidas láminas escolares, en donde aparece convenciendo de su proyecto a los Reyes Católicos o tomando posesión de las tierras recién descubiertas, en una actitud cercana a la santidad. Con estos antecedentes cuesta aceptar que el navegante fuera una persona megalómana, arribista y ambiciosa, que no dudó en ocultar su pasado e incurrir en actos moralmente cuestionables, para alcanzar sus fines.

Sin embargo, como sucede con todos los seres humanos, cada persona es un universo en donde coexisten tanto el bien como el mal, y eso era particularmente cierto en los hombres del siglo XV, un período de transición entre la Edad Media y el Renacimiento. Colón, un genuino representante de esa época, no se sustrajo a esa marcada dualidad, que si bien es ampliamente reconocida por los historiadores, constituye una novedad para el ciudadano común y corriente.

Aunque mucho se ha escrito sobre el almirante y las incógnitas del descubrimiento, periódicamente surgen estudios que destacan por su originalidad. Uno de estos trabajos lo constituye el libro “El Enigma de Colón y los descubrimientos de América”, de Juan Eslava Galán, un reconocido historiador y escritor español, quien presentó esta obra en la celebración del Quinto Centenario del descubrimiento del Nuevo Mundo, y que llega a nuestras librerías en una reedición (Editorial Planeta, 2006), al cumplirse quinientos años de la muerte del recordado navegante.

Los que llegaron antes

El relato se inicia con el análisis de todas las teorías que suponen un descubrimiento mucho más temprano de nuestro continente. ¿Llegaron a América antes que Colón otros exploradores? Según el autor, la tecnología naval de algunos pueblos antiguos, de reconocida tradición marinera, no tenía nada que envidiar a las carabelas y naos del siglo XV, lo que les habría permitido efectuar el periplo de Colón sin grandes dificultades. Accidentalmente una tormenta podría haber extraviado alguna embarcación, que sometida a los vientos y mareas que se dan en las bajas latitudes del océano atlántico, habría llegado a las islas o costas americanas siglos antes que el navegante genovés.

¿Fueron entonces, los egipcios, chinos, o fenicios los verdaderos descubridores de América?. Cada una de estas posibilidades, tan populares y defendidas con más pasión que rigor, es puesta en su lugar con el peso de la investigación científica. Eslava Galán confirma que fueron los vikingos quienes, a partir del siglo X de nuestra Era, exploraron y se asentaron en el nuevo continente. Pero que su visita fue tan circunstancial y efímera que no puede ser considera como un descubrimiento propiamente tal.

Después de esta interesante introducción el relato entra de lleno en el estudio de nuestro personaje y, por supuesto que el primer aspecto controversial en la vida de Colón lo constituye su nacionalidad. Con el análisis de abundante material bibliográfico se discute si Colón fue realmente genovés, como lo afirma la versión oficial, refrendada por el propio puño del almirante: “Siendo yo nacido en Génova (…) de ella salí y en ella nací”. O hay evidencias para considerar seriamente las hipótesis que lo reclaman como portugués, balear, gallego o catalán e incluso suizo, bizantino o de origen judío.

Y las incógnitas no terminan, Al contrario, continúan y se suceden a un ritmo vertiginoso: ¿Cuáles fueron sus motivaciones?, ¿fue un idealista y visionario?, o más bien un oportunista, con un oscuro pasado de espía, corsario y mercader de esclavos. ¿Supo de la existencia de tierras de ultramar por un náufrago al que rescató? ¿Cómo fueron sus relaciones con los Reyes Católicos? ¿Realmente la Reina Isabel La Católica vendió sus joyas personales para financiar la expedición? ¿Por qué eligió zarpar desde el puerto de Palos? Y las dudas continúan hasta el presente, generando encendidas discusiones sobre el lugar de descanso de sus restos mortales.

En definitiva estamos en presencia de un libro interesante, que atrapa al lector desde la primera página. Aunque el autor es un reconocido historiador, especialista en Edad Media, su obra está alejada del estilo árido que se acostumbra encontrar en los tratados teóricos. En su lugar podemos acceder a una obra didáctica, escrita en lenguaje coloquial y con frecuentes referencias bibliográficas en español antiguo, lo cual le otorga un atractivo adicional.

El autor deja en claro que si bien no pretende hacer luz definitiva sobre los innumerables misterios que rodean al famoso navegante, cumple con poner esas incógnitas sobre el tapete y someterlas a un análisis riguroso. Y en definitiva, lograr que el lector entienda que frecuentemente, la trascendencia de los acontecimientos históricos supera largamente a los protagonistas, a los cuales tendemos a idealizar, envolviéndolos en una aureola de atributos y virtudes, que muchas veces están muy alejados de la realidad.

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