1 de septiembre de 2006

Todos los mundos de la mente (29 enero 2006)

Producto de su cerebro y de la conciencia de su ser, los seres humanos se constituyen en universos en sí mismos, todavía inexplorados y llenos de misterios que dificultan su comprensión.

Por Hugo Jara Goldenberg

Publicado en el diario El Sur, el 29 de enero de 2006.


La ciencia, definida como el conocimiento exacto y razonado de las cosas, es el medio por el cual el ser humano intenta aprender del mundo y de la realidad. Y a través de ese saber no sólo hemos podido explicar fenómenos que desde tiempos inmemoriales han intrigado a nuestra especie, sino que también alcanzado un nivel de progreso que ha transformado la manera de vivir y, aunque no sea muy evidente, nuestra forma de pensar y de observarnos a nosotros mismos.

El ser humano posee una característica que lo hace único en la creación, es consciente de su propia conciencia, lo cual significa que es capaz de reconocer su existencia como un ser individual y a través del pensamiento se puede proyectar en una secuencia temporal de pasado, presente y futuro. A pesar de que el hombre se ha reconocido desde siempre con esa capacidad, y que Hipócrates hace 23 siglos identificó al cerebro como el órgano de residencia del pensamiento, sólo en las últimas décadas la ciencia ha podido iniciar el estudio sistemático del cerebro y la mente. Y a través de las llamadas ciencias cognitivas – que incluyen el aporte multidisciplinario de la psicología, la filosofía, la lingüística y las neurociencias – se está intentando resolver el problema del conocimiento de nuestro propio conocimiento.

De espiritualidad y humanismo

La Editorial Crítica ha publicado el libro de divulgación “La galaxia mente” de la doctora Rita Levi Montalcini, en el cual se explica la forma como se está estudiando científicamente aquello que desde el punto de la religión corresponde al “alma” del ser humano. ¿Los sentimientos, las emociones y todas aquellas manifestaciones más elevadas de la mente residen en un plano distinto al material o son simplemente procesos mentales provocados por reacciones bioquímicas que ocurren en el cerebro? ¿La adquisición de la conciencia fue una consecuencia inevitable en el proceso evolutivo del cerebro humano?. A estas y otras complejas y controversiales preguntas intenta responder la obra de la Doctora Levi.

Ya que la base material en la cual reside la mente y todas sus manifestaciones es el cerebro, es necesario conocer el proceso que permitió el desarrollo de ese órgano maravilloso. La obra parte con un recorrido en el tiempo que nos remonta a una Tierra todavía joven, muy diferente a como la conocemos ahora. En algún charco de fango hirviente o en las profundidades de un océano primitivo, surge la vida. Los organismos más simples se multiplican rápidamente y mediante un proceso de evolución biológica se comienza a desarrollar una historia que después de 3.500 millones de años nos lleva a un lugar de África, donde un ser de aspecto simiesco es, por primera vez, consciente de sí mismo. ¿Cuándo ocurrió eso exactamente?, no se sabe, pero a partir de ese momento el curso de la historia cambiará dramáticamente. Ha nacido el cerebro humano, el cual con su capacidad de razonar y pensar nos ha llevado no sólo a dominar y controlar nuestro planeta sino también a conocer nuestra posición en el cosmos. Nos transformamos en el Universo que se observa a sí mismo, pero dotado de una sorprendente capacidad, la cual permite el libre albedrío, la conciencia y el discriminar entre el bien y el mal, pudiendo controlar y elegir nuestro destino y también el de nuestro hogar cósmico.

La autora hace una revisión de estado del arte en la investigación científica referida al tema, incluyendo los experimentos que intentan determinar cómo los procesos mentales reflejan los estados emotivos de las personas y la importancia del lenguaje y los sistemas de comunicación en el desarrollo y funcionamiento del cerebro. Se revisan las diferentes concepciones filosóficas y religiosas que a través de la historia han condicionado la forma de entender al binomio cerebro-mente, y por supuesto se discute sobre la inteligencia artificial y la posibilidad de que las máquinas puedan en el futuro reproducir todas nuestras capacidades cognitivas.

Aunque no lo parezca, la obra rebosa de espiritualidad y humanismo. En el capítulo final la autora reflexiona y trata de explicar por qué la sociedad toma cada vez más distancia de la ciencia, a la cual se acusa de actuar muchas veces al margen de la ética y de ser la responsable de la mayoría de los males que aquejan o amenazan a la vida moderna, tales como la contaminación atmosférica, la manipulación genética o la explosión demográfica. Los ciudadanos reclaman de la ciencia y la tecnología un compromiso mayor que el simple aporte de comodidades y una mejor calidad de vida. La ciencia debe incluir en su accionar un fuerte compromiso con los valores, no en vano es ella el medio a través del cual la especie humana se desarrolla y domina a la naturaleza, con todas las oportunidades y riesgos que ello conlleva.

La doctora Rita Levi Montalcini, es considerada una de las científicas más relevantes del siglo XX, de nacionalidad italiana, estudió medicina pero desde su época de estudiante se dedicó a la investigación del sistema nervioso. En el año 1946 viajó a Estados Unidos a trabajar el la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri, en donde permaneció durante 30 años, descubriendo e identificando una proteína estimuladora del crecimiento de las fibras nerviosas, lo cual le significó ganar el premio Nobel de Medicina en el año 1986.

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