11 de agosto de 2006

Julio Verne, ¿un profeta o el padre de la ciencia ficción? (10 julio 2005)

Al conmemorar, este año, el centenario de la muerte de Julio Verne vemos que su obra y su figura siguen tan vigentes como siempre, continúa siendo uno de los autores más leídos y traducidos del mundo (sus obras se leen en más de 150 idiomas) y nuevas generaciones disfrutan de esos relatos entrañables que, a pesar del paso de los años y del avance de la ciencia y la tecnología, continúan encendiendo nuestra imaginación.

Por Hugo Jara Goldenberg

Publicado en el diario El Sur, el 10 de julio de 2005.

Julio Verne, nació en el año 1828, en el seno de una familia acomodada, y pasó su niñez en el puerto de Nantes que en esa época era un hervidero de marineros, comerciantes, y exploradores que arribaban y zarpaban hacia lejanos territorios, un ambiente que sin duda condicionó su amor por la aventura y los ignotos territorios de ultramar. Incluso, siendo pequeño intentó embarcarse, a escondidas de sus padres, como grumete en un velero mercante, pero fue sorprendido en último momento y duramente castigado. Su padre era abogado, y dispuso que su hijo también lo fuera, a regañadientes terminó sus estudios de derecho, pero desde muy joven cultivó una actividad distinta: la literatura. Sus primeras incursiones fueron en el teatro, escribió tragedias en verso, comedias y sainetes, varias de las cuales fueron estrenadas. Fue amigo de Alejandro Dumas, quien seguramente lo contactó con el mundo literario de la época.

En forma simultánea a su incursión en el mundo de las letras, Julio Verne prestaba especial atención al desarrollo de la ciencia y la tecnología; fue un testigo privilegiado de la culminación de la ciencia clásica y toda su materialización en la llamada segunda revolución industrial. Fue contemporáneo de una pléyade de científicos que estaban en el apogeo de su producción intelectual y Julio Verne, que desde pequeño se sintió atraído por estos temas, se transformó en un lector asiduo de todo lo que producía la ciencia de su época. Pero no se conformaba sólo con leer, quería comprenderlo todo y en profundidad, por lo que a diario se encerraba en la biblioteca a estudiar en detalle materias tan disímiles como química, botánica, geología, mineralogía, geografía, oceanografía, astronomía, matemáticas, física, mecánica, balística e historia. Además entabló amistad con exploradores, viajeros, periodistas, científicos y filósofos con quienes disfrutaba de fecundas tertulias que le permitieron abrir su mente y hacer suyo el espíritu de la época,

En el año 1852 se produce un vuelco en su vida; el Julio Verne literato, que atesoraba en lo más profundo de su alma sus recuerdos infantiles de viajes y aventuras y que además posee sólidos conocimientos en temas científicos, une sus intereses más preciados y se decide a crear un nuevo estilo literario: “La novela de la ciencia”. A partir de ese momento dedicará todos sus esfuerzos a acercar al ciudadano común y corriente los nuevos conocimientos e inventos que se producían a diario. Comienza trabajando como periodista para una revista de divulgación científica, y a petición expresa de su director deberá "narrar y aproximar al pueblo la aparentemente complicada naturaleza de la ciencia y de la técnica", y para hacerlo elige el camino de la creación novelística. Posteriormente establece contacto con el famoso editor Pierre Jules Hetzel y en 1863 publica la novela "Cinco semanas en globo", que resulta un éxito total. A partir de ese momento inicia un fecundo periodo de producción literaria, escribe la saga “Los viajes fantásticos”, compuesta por 62 novelas y dos colecciones de historias cortas, entre las que destacan las conocidas “Viaje al centro de la Tierra”, “De la Tierra a la Luna” y “Veinte mil leguas de viaje submarino”, entre otras. Todas sus obras gozaron de un éxito inmediato, con tirajes de más de 100.000 ejemplares en algunos títulos.

Especulación y aventura

Mirando su obra en retrospectiva, ha surgido la controversia en torno a la condición de Julio Verne. Hay quienes postulan que fue un iniciado, que a través del don de la profecía, pudo anticiparse a su tiempo y describir todos los inventos que posteriormente se hicieron realidad. La otra posición, señala que Verne fue una persona que poseía sólidos conocimientos de la ciencia y tecnología de su época y que con una buena dosis de intuición e imaginación, fue capaz de visualizar escenarios probables, y sobre esa base creó una nueva forma literaria: La ciencia ficción. Claramente la segunda posición es la correcta, todo lo que Verne propone, lo construye pisando en el terreno sólido del rigor de la ciencia, todos los escenarios que se imagina los corrobora cuidadosamente, y cuando es necesario, solicita a sus amigos científicos que revisen sus cálculos.

Julio Verne conoció en vida el éxito y la fama y fue testigo de lo acertado de su decisión cuando, siendo aún un joven escritor, optó por dedicar sus esfuerzos a la divulgación de la ciencia. Aun cuando han transcurrido más de 140 años desde la aparición de sus primeras novelas de ciencia ficción, no podemos dejar de asombrarnos al constatar que esas historias siguen plenamente vigentes, manteniendo intacta la frescura y el encanto que supieron apreciar sus primeros lectores, esto a pesar de que sus obras, por ser futuristas, hacen mención a inventos que hace mucho tiempos fueron superados por nuestra ciencia y tecnología modernas. Lo que hace a Julio Verne inmortal es que supo dar con la combinación perfecta, mezclar en sus novelas la especulación seria de lo que el futuro nos puede deparar con la emoción de los viajes y la aventura.

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