14 de enero de 2007

El crimen organizado en los tiempos de internet

El fenómeno de la globalización tiene muchas aristas y a las clásicas discusiones sobre las bondades e inconvenientes de este modelo de sociedad, hay que incluir la forma como participan en ella los modernos delincuentes.

Por Hugo Jara Goldenberg

Publicado en el diario El Sur, el 14 de enero de 2007. Ver artículo....

La globalización es un fenómeno que está modificando de manera radical la forma como los países y ciudadanos interactúan entre sí. Aunque mucho se ha discutido sobre las ventajas y desventajas de este sistema, hay consenso en que se trata de un modelo de organización social irreversible, al cual deben adherir todos quienes pretendan ser partícipes de la modernidad.

Pero a todas las oportunidades que la globalización parece ofrecer, se anteponen una serie de cuestionamientos que se refieren a los inmensos tributos que este nuevo orden mundial exige a sus participantes. Y los principales costos los asumen, como siempre, los países más pobres, los cuales deben hacer importantes concesiones en términos sociales, culturales y ambientales, para poder ser considerados en estos nuevos escenarios, en los cuales de todas maneras jugarán en desventaja y con muchas posibilidades de seguir siendo perdedores.

Pareciera que la globalización es un fenómeno impuesto por el primer mundo para consolidar su poder político y económico sobre todo el planeta. Pero ¿es válido y suficiente este análisis preliminar sobre quienes son los ganadores y perdedores en este mundo globalizado? ¿Hay otros participantes ocultos que a la postre se pueden transformar en los auténticos vencedores? ¿Qué otros riesgos puede acarrear la globalización?

Aunque a primera vista no sea evidente, sí existe un invitado de piedra al drama de la globalización, y éste es el crimen organizado. A pesar de ser un hecho conocido, pocos deparan en la forma como las mafias están aprovechando estos nuevos escenarios globales, para adecuar y modernizar sus milenarios métodos delictivos. Las estafas a través de Internet, la clonación de tarjetas de crédito, el robo de tiempo en llamadas telefónicas y el pirateo de software, películas, música y libros, son algunos ejemplos cotidianos de un fenómeno que puede tener repercusiones insospechadas en la sociedad.


Múltiples negocios


Para quienes estén interesados en conocer la forma cómo operan los delincuentes de siempre en los modernos escenarios de la sociedad global, y comprender las nefastas consecuencias que estos actos punibles puede acarrear a la civilización, se recomienda el libro “Ilícito, cómo traficantes, contrabandistas y piratas están cambiando el mundo” (Editorial Debate, 2006), escrito por Moisés Naím, un destacado analista político venezolano, quien actualmente se desempeña como director de la prestigiosa e influyente revista Foreign Policy y que además tiene el antecedente de haber sido ministro de fomento del gobierno de Venezuela y director ejecutivo del Banco Mundial.

La tesis que desarrolla el autor es que el crimen organizado puede operar ahora de mejor forma que antaño. Esto gracias a que la integración política y económica global ha eliminado las rígidas fronteras que durante milenios separaron a los países, y también a que las mafias utilizan a la perfección todas las posibilidades que les ofrecen las modernas tecnologías, en términos de velocidad en las comunicaciones y en las amplias capacidades de transporte que permiten una cobertura mundial nunca vista en la historia.

Aunque muchos minimizan el problema, por considerar que la criminalidad es un fenómeno inevitable, que ha acompañado desde siempre a la humanidad, y con el cual es necesario aprender a convivir; el autor, con cifras en mano, nos demuestra que ahora sí es un problema serio. Señala que desde los inicios de la década de los 90 el comercio ilícito, junto con experimentar una mutación para adecuarse a la nueva realidad, ha aumentado de manera significativa y sostenida su participación en la economía mundial.

En un relato generoso en antecedentes muy reveladores, el autor nos introduce en las múltiples facetas en que se manifiesta la criminalidad del siglo XXI, destacándose entre éstas el contrabando, el negocio de las drogas, el tráfico de órganos humanos, el mercado negro de armas, el blanqueo de dinero, el robo de propiedad intelectual (traducido en la piratería de libros y música, entre otros) y el comercio de seres humanos, pero éste ultimo no sólo de mujeres para ejercer el comercio sexual, sino también como tráfico de mercado de trabajo, a través de los inmigrantes ilegales. Sin embargo, estas diferentes manifestaciones de la ilegalidad no operan de manera autónoma, sino que están articuladas en redes que se extienden por todo el mundo globalizado y al que, cual tentáculos de un gigantes monstruo, amenaza con asfixiar.

Finalmente Moisés Naím reflexiona sobre la forma como la sociedad puede poner freno a esta situación que parece desbordar la capacidad de los gobiernos, y que por lo mismo ya se puede calificar de dramática. Y advierte que la solución no se ve fácil, pero urge encontrarla, ya que en ello está en juego la sobrevivencia misma de nuestra forma de vida.

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