7 de mayo de 2013

La aviación y el ciclismo, una relación oculta


                                                              
Los hermanos Wright


Por Hugo Jara Goldenberg

La aviación y el ciclismo son dos medios de transportes muy diferentes, en todo sentido, por lo que para muchos puede resultar curioso el enterarse que entre ellos existe una relación muy cercana. Aunque el origen de la bicicleta se remonta a varios milenios (hay registro de primitivos vehículos de dos ruedas en las antiguas civilizaciones china y egipcia),  y la aviación posee recién algo más de un siglo de existencia, en los inicios del vuelo ambos medios compartieron de manera muy estrecha.


Conocidos son los inventores y pilotos que durante los primeros años del siglo XX sorprendieron al mundo levantando vuelo en aquellos frágiles aparatos de madera y tela, amarrados con alambre.  De la lista de aquellos osados pioneros surgen entre muchos, los nombres de los hermanos Orville y Wilbur Wright, GlennCurtis y Henry Farman. Y en Chile tenemos a los hermanos César y Felix Copetta,  Clodomiro Figueroa y Luis AlbertoAcevedo. Pero ¿qué tienen en común todos los arriba nombrados?, además de ser precursores de la aviación, por supuesto. Pues nada más y nada menos que haber sido también destacados constructores de bicicletas e incluso campeones de ciclismo.

Aunque esto pueda ser sólo coincidencia, y quizás si una condición esperable dada las características de los primeros aviones que en su frágil estructura utilizaban muchos elementos que reconocemos en las bicicletas, tales como las ruedas, cadenas para transmitir movimiento o alambres articulados, en realidad el asunto va mucho más allá del simple azar.

El primer vuelo

El ser humano comenzó a surcar los aires durante el siglo XVIII, en globos aerostáticos y posteriormente con dirigibles y rudimentarios planeadores, pero se trataba de vuelos libres y no (o debilmente) controlados. En los albores del siglo XX, con el desarrollo de motores de combustión interna como medio de propulsión y con el conocimiento que se tenía sobre superficies sustentadoras (fundamentalmente gracias al trabajo del alemán Otto Lilienthal, pionero de los planeadores), eran muchos los personajes, en diferentes partes del mundo, que estaban intentando hacer volar un aparato más pesado que el aire, y fueron los hermanos Wright quienes primero lo lograron, el 17 de diciembre de 1903.

Aunque existe controversia sobre quién fue efectivamente el primero en hacer volar un avión, los historiadores están de acuerdo que fueron estos hermanos quienes lograron el  primer vuelo de un aparato más pesado que el aire. Pero es necesario destacar que el gran mérito de los Wright no es sólo el haber logrado volar, sino el haberlo hecho en forma controlada.

Y es aquí donde toma sentido el que los hermanos Wright hayan sido fabricantes de bicicletas, ya que  a diferencia de sus rivales, que pensaban que la clave del vuelo  estaba sólo en disponer de superficies sustentadoras (alas) y un mecanismo propulsor (motor), los hermanos inventores sabían que necesitaban también de elementos que permitieran controlar y maniobrar el aparato en diferentes ejes, tal como sucede al andar una bicicleta, en donde el conductor debe controlar su vehículo en varios planos.

Todo ciclista sabe que para doblar no basta con girar el volante, como lo hace un chofer de auto, sino que debe también inclinar su cuerpo, y debe hacerlo en un ángulo preciso, que debe estar en perfecta coordinación con el grado de giro del volante y la velocidad que lleve el móvil. Si los valores de estas tres variables no coinciden sobreviene una inevitable caída.

Algo similar ocurre al volar, pero aquí el asunto es más complejo ya que al desplazarse por el aire es necesario controlar tres ejes, y no dos como en el caso de las bicicletas. Y esto lo entendieron muy bien los Wright, quienes asumieron que en los virajes el avión debía inclinar sus alas, a diferencia de los demás constructores que consideraban que las aeronaves debía desplazarse siempre niveladas, incluso en los giros.

Para implementar su concepto los Wright hicieron muchas pruebas y en todos sus planeadores y también en el primer Flyer (aparato motorizado en el que realizaron el primer vuelo de la historia), emplearon mecanismos para el control efectivo de los tres ejes por parte del piloto. El control de profundidad lo lograban con un timón ubicado en la parte delantera del avión, el cual permitía que la aeronave subiera y bajara la nariz. El control de dirección se conseguía con el timón vertical ubicado en la cola, el que permitía el guiño a la izquierda y derecha. Y por el último el control de alabeo, es decir para inclinar las alas, se lograba con un mecanismos de poleas activadas por el piloto, que torcían de manera diferencial las puntas de las alas (mientras una subía, la otra bajaba).

Y fue esto lo que marcó la diferencia y transformó al avión de los hermanos Wright en un aparato totalmente controlable, el que en poco tiempo de desarrollo fue capaz de volar cientos de kilómetros, durante horas. No cabe duda que el que ellos llegaran a esa solución, fue gracias a su vasta experiencia como constructores de bicicletas y de ser además, eximios ciclistas.

Después de todo, una bicicleta es un artefacto por naturaleza inestable. Sólo al imprimirle velocidad adquiere estabilidad gracias al principio del giróscopo que generan las ruedas al moverse circularmente y también gracias a las fuerzas centrífugas que se generan. Pero esa estabilidad es frágil y se pierde rápidamente si al realizar un viraje el conductor no mueve el manubrio y contorsiona su cuerpo  adecuadamente. Lo mismo sucede con el avión, el cual es también inestable y debe ser conducido por el piloto manteniendo un delicado equilibrio en los tres ejes.

A diferencia de un chofer de auto que se sube a un vehículo y lo conduce, tanto los ciclistas como los pilotos deben “ponerse” sus vehículos, en el sentido que tanto la bicicleta como el avión pasan a ser una extensión de su cuerpo. Por lo anterior, pueden haber (y los hay), choferes torpes, sin embargo no puede existir un ciclista o un piloto torpe que no sea capaz de “sentir” a su máquina, ya que si eso ocurre no tarda en sobrevenir el desastre.

El renacer de la bicicleta

A la luz de todos los antecedentes expuestos no deben quedar dudas acerca del estrecho nexo que existió entre el ciclismo y los inicios de la aviación, un invento, este último, que se desarrolló a partir de ese momento a un ritmo vertiginoso y que al cabo de un poco más de un siglo de vida se ha transformado en un elemento vital de la vida moderna, y sin el cual no sería posible  el mundo globalizado del siglo XXI.

La bicicleta, en tanto, perdió mucho del protagonismo que tuvo a principios del siglo XX, cuando era considerada como un nexo entre los antiguos carruajes y el moderno automóvil. El desarrollo de este último, también otro de los grandes inventos del siglo pasado, la relegó, en Occidente,  a un papel secundario, quedando durante mucho tiempo limitada a cumplir el rol de un juguete caro.

Sin embargo, y afortunadamente, la bicicleta está gradualmente recuperando la popularidad perdida. Son cada vez más las personas que abandonan los automóviles y encuentran en la bicicleta el medio para acceder a una vida más sana y también a un medioambiente menos contaminado.

Mi amigo Tito Matamala, un destacado escritor, acaba de publicar su último libro titulado: Chile bicicleta. Una crónica de pedales y nostalgia, en el cual reivindica a este entrañable medio de transporte. Los invito a leerlo.

 

No hay comentarios.: