2 de octubre de 2006

Sombras y luces de la Edad Media (14 mayo 2006)

Una de las arbitrariedades que más molesta a algunos historiadores es percibir la connotación peyorativa del término “Edad Media”, período al cual acostumbramos asociar con una época oscura y de involución cultural, en circunstancia que fue un lapso de mil años de historia de la humanidad, en donde junto con los aspectos negativos por todos conocidos, hubo también logros y realizaciones notables.

Por Hugo Jara Goldenberg

Publicado en el diario El Sur, el 14 de mayo de 2006.

Cuando se estudia académicamente la historia del Hombre, acostumbramos dividirla en períodos, los cuales muchas personas interpretan como épocas aisladas, con características sociales, políticas y culturales tan marcadas que se les puede asociar una suerte de personalidad. Así, la “Antiguedad clásica”, referida principalmente a la civilización greco-romana, es percibida como la época de surgimiento del pensamiento racional y la “Edad moderna”, iniciada con el Renacimiento, es la heredera de todos los aspectos positivos de la antigüedad.

Entre estos dos períodos, creadores y consolidadores de los atributos más destacados y relevantes de nuestra civilización occidental, se extiende un lapso de aproximadamente mil años, que es conocido como la Edad Media, y a la cual se le asocian características tan contrarias a las de los otros períodos históricos, que es observada como una etapa oscura y de estancamiento cultural.

Aunque el dividir a la Historia en épocas facilita su estudio, al permitir esquematizar y categorizar cada período de acuerdo a sus cualidades más relevantes, no podemos perder de vista que esta separación es de por sí artificial, ya que el devenir de la humanidad es un continuo de eventos, con causas y efectos, que genera un todo de naturaleza indivisible. Por otra parte, la humanidad en todos sus estadios no ha sido más que el reflejo del comportamiento de los individuos que la conforman, y dado que en el ser humano coexisten tanto una faceta espiritual, desde donde surgen los más altos ideales asociados a las causas nobles, así como también un lado oscuro, de naturaleza opuesta, que justifica los actos violentos e injustos; es dable esperar que en todas las épocas históricas hayan ocurrido tanto hechos positivos como así también, otros negativos. Bajo esta premisa ¿Por qué razón el medioevo es percibido sólo en sus aspectos más oscuros y nefastos?

Quehacer diario

La explicación a esta situación se puede encontrar en la actitud del hombre renacentista, quien cuando toma conciencia de su posición en el mundo, siente que se ha librado intelectualmente de las ataduras de una época en la cual el sentimiento religioso se sobreponía a la razón. En su nueva posición no puede evitar el mirar con desdén a los siglos que le anteceden y se refiere a ellos, por primera vez, como Edad Media, término al que le asigna una fuerte carga negativa, por representar una ruptura o paréntesis entre dos períodos de esplendor cultural. Esta forma de entender a ese extenso período de la historia, se ha mantenido hasta nuestros días, transformándose en un mito del cual todos, querámoslo o no, participamos.

Sin embargo, los historiadores que estudian esa época, se esmeran en revelar la verdadera dimensión de ese milenio supuestamente perdido, y que sin embargo, fue pletórico en logros y realizaciones en muchos aspectos del quehacer humano. Uno de estos investigadores es Jean Verdon, profesor emérito de Historia Medieval en la Universidad de Limoges, Francia; quien después de enseñar durante 30 años y con muchas publicaciones a cuestas, concluye su quehacer académico con el libro “Sombra y luces de la Edad Media” (Editorial El Ateneo, 2006).

El libro está escrito con un afán claramente divulgativo, por lo cual es asequible a cualquier persona interesada en el tema. El autor inicia su obra aclarando que el término Edad Media, tal como lo conocemos, sólo es aplicable a la historia de Europa, ya que mientras en el viejo continente se vivía este período, en el resto del mundo se desarrollaban otras civilizaciones que poseían realidades sociales y culturales distintas a la europea.

La estrategia elegida para presentar el tema es mostrar el quehacer diario del mundo medieval. Así, a través de un relato ameno, capítulo a capítulo vemos desfilar aspectos de su cotidianidad, tales como la salud, su alimentación, el rol de la iglesia, y el papel que jugó la mujer, entre muchas otras aristas de esta incomprendida sociedad.

El autor se preocupa de destacar, cada vez que es necesario, la personalidad desconocida de la Edad Media; un período de nuestra historia, que al igual que otros, no sólo proyectó sombras, sino también luces muy brillantes, como por ejemplo sus logros en el plano del arte, la literatura y la arquitectura, con manifestaciones tan excelsas, que no podemos dejar de admirar.

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