25 de febrero de 2007

Los amores del conquistador

La novela “Roxana, el último amor de Alejandro Magno” nos permite acceder, a través de las memorias de una de sus esposas, a aspectos poco conocidos de la personalidad de uno de los líderes militares y políticos más brillantes de la historia.

Por Hugo Jara Goldenberg

Publicado en el diario El Sur, el 25 de febrero de 2007.
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El rey Alejandro III de Macedonia, conocido universalmente como Alejandro Magno o Alejandro el Grande, es un personaje histórico cuyas hazañas y méritos fueron tan importantes en el contexto de su época, que su recuerdo se ha envuelto en una aureola de virtuosismo heroico, que le otorga un status que lo ubica por sobre el resto de los mortales, incluso en su tiempo, él mismo se consideraba un dios. Y aunque su nombre se asocia con brillantes campañas militares y a la expansión del imperio macedonio, es importante destacar que sus motivaciones estaban más allá de las ambiciones políticas y económicas propias de cualquier gobernante. En la mente de Alejandro el Grande estaba el deseo de proyectar el helenismo a todo el mundo conocido, y por sobre todo, utilizar a la cultura como un elemento civilizador.

Pero como ocurre con todos los grandes personajes del pasado, inevitablemente su recuerdo se ve envuelto en una nebulosa en donde es muy difícil discriminar entre la realidad y la leyenda. Los historiadores, intentando hacer luz en las circunstancias de su vida, han publicado una infinidad de textos de naturaleza académica. Pero aún así, son demasiadas las incógnitas que rodean a este legendario personaje.

Otra forma de repasar los acontecimientos pretéritos, es a través de un género literario que gradualmente se ha ido consolidando entre los favoritos del público: La novela histórica, la cual permite ciertas licencias, vedadas a los historiadores, como es el jugar con la imaginación, entremezclando hechos históricos con situaciones ficticias. Precisamente es una obra de esta naturaleza, la que nos invita a repasar los últimos años de vida del conquistador, se trata de “Roxana, el último amor de Alejandro Magno” (Editorial El Ateneo, 2005) de la escritora Joséphine Dedet.

Roxana, conocida como “la deslumbrante”, era hija del sátrapa (gobernador) de Bactriana, una región de Persia. Al margen de algunos antecedentes dispersos, son muy pocos los datos históricos fidedignos que se tienen sobre esta joven. Sólo sabemos que después de ser tomada prisionera, fue liberada y contrajo matrimonio con Alejandro, y le dio a éste un hijo póstumo y heredero.

La autora de la novela, cautivada por la imagen de esta joven, bella y misteriosa, que a los diecisiete años se transforma en la reina del mayor imperio conocido en su época, ha decidido reivindicar su nombre y recuerdo, transformandola en la protagonista de una historia apasionante.

Personalidad compleja

El relato se inicia en el año 324 a.C., cuando las tropas griegas regresan a Babilonia trayendo los restos Hefestión, el comandante de caballería, consejero y amigo de infancia de Alejandro Magno, quien manifiesta un dolor tal, que excede a lo esperable a una simple relación de amistad. Lo mismo sucede con Roxana, a quien la muerte del militar le provoca una gran perturbación que la lleva a evocar las circunstancias en que conoció a estos personajes, que no sólo cambiaron el mundo, sino también su propia vida.

Cinco años antes, las tropas griegas habían infringido una derrota total a las fuerzas de Dario III. En una brillante campaña militar, uno a uno van cayendo los principales bastiones persas, y cuando llega el turno de la satrapía de Bactriana, las huestes vencedoras proceden al pillaje, la violación y el asesinato. Ante esa perspectiva, Roxana ha decidido acabar con su vida, pero dos hombres, guerreros enemigos, que intempestivamente ingresan a su habitación, impiden el suicidio. Sus captores, y a la vez salvadores, resultan ser el mismísimo Alejandro y su lugarteniente Hefestión. La atracción que se establece entre los tres es instantánea, y los acontecimientos se precipitan cuando el conquistador decide que la joven persa sea su esposa.

La novela, que está escrita como un diario de vida de la reina, nos permitirá conocer los acontecimientos que marcaron la etapa culminante en la vida del gran macedonio y en especial los detalles de la campaña militar a la India. Pero por sobre todo, podremos acceder a aspectos poco conocidos de la cotidianidad de Alejandro, y a través de ellos intentar comprender su compleja personalidad.

¿Por qué el héroe macedonio era a veces cruel y en otras profundamente compasivo?, ¿qué clase de relación tenía con Hefestión?, ¿por qué le gustaba proyectar una imagen de asceta pero no dudaba entregarse a los mayores excesos? A estas preguntas, y muchas otras, podremos encontrar respuesta leyendo las memorias de una mujer de gran belleza, que supo conquistar el corazón del guerrero y transformarse en su compañera, confidente y consejera, pero que al mismo tiempo se ganó la enemistad del círculo de poder cercano a Alejandro y que finalmente sucumbió a las intrigas y traiciones de la corte.

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