9 de diciembre de 2010

Terremotos, la historia se repite


Por Hugo Jara Goldenberg

Como muchos recordarán, el año pasado se cumplieron 200 años del nacimiento de Charles Darwin (1810-1847), el padre de la Teoría de la Evolución, y también 150 años de la publicación de su libro El origen de las especies por medio de la selección natural, en el cual presentó al mundo una idea que transformó para siempre la forma de entender la vida, y a la naturaleza toda.

En el marco de dicha celebración se multiplicaron las conferencias, seminarios y otros eventos para recordar a este preclaro intelectual, unánimemente considerado como uno de los fundadores de los tiempos modernos. También se editaron muchos libros para destacar su figura y su obra. De entre aquellos me quiero referir a uno que tuve la oportunidad de leer recientemente, se trata de Chile en los ojos de Darwin, (Ediciones B, 2009) de la periodista Claudia Urzúa.

Como ya se puede deducir por el título, la autora recrea el paso de Darwin por Chile, en el marco de la expedición británica que, a bordo del bergantín HMS Beagle, exploró en un viaje de cinco años buena parte del mundo. Durante veinte meses la expedición recorrió territorio chileno -a intervalos entre los años 1832 y 1835-, oportunidad en que el sabio inglés visitó y exploró desde el extremo sur hasta el norte del país, registrando estadía en muchas de nuestras ciudades. Aunque claro en aquel entonces Chile todavía no tomaba posesión de lo que ahora es la región de Magallanes y el extremo norte aún era territorio peruano y boliviano.

Como se sabe, fue en este viaje de exploración en donde Darwin reunió la evidencia que le permitió, después de muchos años de estudio y meditación, elaborar una hipótesis que explicaba de manera brillante el fenómeno de la evolución de la vida. Su famosa Teoría de la Evolución tuvo un impacto tal, que sus consecuencias sobrepasaron el ámbito científico y se adentraron en los territorios de la filosofía y la religión, generando un debate que aún hoy se mantiene vivo entre sus defensores y detractores.

Darwin como buen científico era un gran observador, y en su inseparable cuaderno de notas, tomaba registro de todo cuanto ocurría a su alrededor. Nada escapaba a su ojo agudo, y la lectura de aquellos registros (posteriormente publicados como libro) permite conocer de primera fuente no sólo la información referida a los hallazgos científicos, sino también la descripción de la geografía humana de los lugares que visitaba.

Como ya se señaló, durante su extensa estadía el explorador tuvo la oportunidad de recorrer casi todo el país, y es sorprendente reconocer, a través de sus anotaciones que a pesar del tiempo transcurrido (más de 160 años) algunas cosas no han cambiado mucho. Ya entonces el joven naturaliesta se daba cuenta “…del duro y peligroso trabajo de los mineros del norte, de la pobreza y aislamiento de los chilotes y de extrema desigualdad de oportunidades en el campo”.

Sin embargo, hay otra descripción que impresiona más, y es la que se refiere al terremoto que azotó a la zona centro-sur de Chile, el 20 de febrero de 1835 (según los registros conocidos fue muy similar en magnitud al del 27 de febrero de 2010). Cuando ocurrió el remezón -a las 11:30 de la mañana-, Darwin se encontraba en Valdivia donde el fenómeno natural se percibió con gran fuerza, pero al saberse que se había sentido con más intensidad cerca de Concepción, rápidamente la expedición se desplazó hacía la zona de la catástrofe y recaló en Talcahuano casi dos semanas después de ocurrido el sismo. El relato que Darwin hace de lo que observa, y de lo que escucha de los aún asustados lugareños, sorprende por la semejanza con lo que vivimos y sufrimos hace tan poco tiempo.

“….la costa se ve desolada como país en guerra. Hay escombros por todos lados: sillas, mesas, cómodas, techumbres completas, piezas indeterminadas de maderas, el contenido de almacenes…”

“….el tsunami ha dejado apenas un par de paredes en pie en medio de un amasijo de escombros. Los habitantes tuvieron tiempo de correr hacia las colinas, mientras la enorme ola, que avanzaba tranquila derribaba casas y arrancaba árboles de cuajo…”

Una situación similar observa en Concepción, a donde llega el 5 de marzo (viajando a caballo por el actual camino de los carros). Pero además describe otro hecho penoso, que se agrega a la tragedia natural, y que también nosotros vivimos y sufrimos: el pillaje.

“…en la estampida los ladrones hicieron la ganancia del año. Mientras corrían dando alaridos, se procuraban las pertenencias que la gente honrada trataba de salvar”.

En la época en que Darwin presenció los efectos del terremoto no se conocían las causas que los provocan, pero él como buen científico tomó nota detallada de todo cuanto observó con la esperanza de encontrar una explicación racional. Ahora conocemos sus causas y, dado que Chile está ubicado en una de las regiones más sísmicas del planeta, sabemos que de manera inevitable los grandes terremotos se repiten una y otra vez. Y, como ocurre en toda tragedia de proporciones, entendemos que es inevitable que en esas circunstancias se manifiesten con fuerza las grandezas, pero también las miserias de la condición humana.

Finalmente, volviendo al libro de la periodista Claudia Urzúa, no queda más que recomendarlo ya que además de mostrar con gran detalle la estadía de Darwin en Chile, nos permite recordar la tragedia del 27 de febrero, al compararla con el megaterremoto que vivieron nuestros antepasados hace ya más de un siglo y medio

3 comentarios:

Pablo Perez dijo...

Que feo que ocurran cosas como esta, pero bueno... es algo que no se puede evitar, son desastres naturales. Saludos

Pablo - Hoteles en Concepcion

Gloria Vidal dijo...

Estupendo articulo, como siempre interesante y entretenido.

Buscare el libro que mencionas.Saludos

Giovanni Sánchez dijo...

Como siempre la ciencia se relaciona con la filosofía y la religión, que lógicamente a través de la biblia también describe muchas catástrofes y es más, las predice, es decir, efectivamente, los terremotos se repiten. Muy interesante artículo, espero que para el próximo terremoto los sistemas de emergencia funcionen mejor y no exista el lumpen y la delincuencia.