Por Hugo Jara Goldenberg
Este artículo fue publicado como columna de opinión en el Diario de Concepción
Este artículo fue publicado como columna de opinión en el Diario de Concepción
Una característica
del mundo moderno es el alto volumen de información que se ha acumulado en
todas los sectores de la sociedad, a partir de mediados del siglo pasado. Sin
embargo, desde los años 2011 y 2012,
con la irrupción de tecnologías como la Internet de las cosas, las redes
sociales, el mejor acceso a Internet y la computación en la nube, entre otras, los
datos disponibles han tenido un crecimiento exponencial. Se ha acuñado el
término Big Data (Datos masivos o
Macrodatos), para hacer referencia e esos grandes volúmenes de datos, que ya se
miden en escalas de zettabytes (un zettabyte equivale a 1021 bytes).
Este escenario está provocando un gran desafío a las organizaciones que
pretendan ser exitosas en los inciertos y desafiantes mercados del siglo XXI,
ya que el correcto acceso al Big Data les va a reportar ventajas decisivas con
respecto a aquellas empresas que no lo hagan.
Pero hay que tener cuidado ya que junto a las oportunidades que reportará
el acceso al Big Data, existen también incontables peligros que si no se
ponderan y cuantifican adecuadamente pueden transformar a esta tecnología en un
lastre. Uno de los principales riesgos se refiere a cometer errores en el análisis
e interpretación de la información, lo cual puede llevar a conclusiones
erróneas que terminarán echando por tierra la credibilidad de la organización.
Es por esto que un aspecto importante del Big Data, lo constituyen los
profesionales encargados de su utilización, los cuales deben poseer sólidos
conocimientos no sólo en aspectos tecnológicos propios de la ciencias de
computación e informática, sino que también probadas competencias en modelamiento
matemático, estadística, y además un conocimiento experto en las diferentes
áreas de negocios. Este conocimiento multidimensional es necesario ya que estos
nuevos profesionales, también conocidos como científicos de datos, deberán hacer algo tan relevante como crear
significación y valor a los datos, con el fin de construir modelos predictivos que permitan a
la alta dirección de las organizaciones tomar las mejores decisiones
estratégicas.
Por lo tanto, formar profesionales expertos en ciencias de datos se
transforma en un importante desafío para las instituciones de educación
superior, las que deben proveer, en sus entornos educativos, los medios
necesarios para que los estudiantes sepan ir más allá de los datos, la
información y el conocimiento duro de la informática, y se transformen en
profesionales reflexivos, con gran capacidad analítica, que sean capaces de
apoyar a las diversas instituciones para desenvolverse exitosamente en los
competitivos mercados globales del siglo XXI.
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