2 de octubre de 2006

La escuela de medicina (27 agosto 2006)

Existen personajes históricos que han tenido una influencia tan significativa en el desarrollo de algunas áreas del conocimiento, que sus nombres se han transformado en un referente de ciertas profesiones. Como ejemplo podemos mencionar a Galeno, uno de los más grandes cirujanos de la antigüedad.

Por Hugo Jara Goldenberg

Publicado en el diario El Sur, el 27 de agosto de 2006.


Nos ha correspondido vivir en un período histórico condicionado como nunca antes, por la omnipresencia de la ciencia y la tecnología. A diario surgen descubrimientos e inventos que están modificando de manera importante la forma de vida de la sociedad. Aunque estos avances acarrean algunos inconvenientes y dificultades, que consideramos propios e inevitables de los nuevos tiempos, nadie puede cuestionar que la calidad de vida de la que gozamos hoy no resiste comparación con respecto al pasado.

Pero de los muchos avances, hay consenso en que son aquellos que se han dado en el área de la medicina, los que en mayor medida han contribuido a mejorar el bienestar de la humanidad. Los actuales estándares de la ciencia médica, aunque aún insuficientes y perfectibles, son tan distintos a los del pasado, que cuesta imaginar cómo fue la vida siglos atrás. Basta considerar que sólo hasta hace unas pocas décadas, nuestros padres y abuelos se enfrentaban a muchas enfermedades y padecimientos corporales ya superados y a una menor expectativa de vida.

Sin embargo, a pesar de tantas carencias y limitaciones en el ámbito sanitario, nuestros antepasados no sólo sobrevivieron, sino que fueron capaces de desenvolverse adecuadamente, permitiendo el avance de la civilización. En ello, jugaron un papel destacado algunos personajes que establecieron modelos de medicina que, aunque muy distintos y primitivos a los ojos actuales, acompañaron y ayudaron durante siglos a la humanidad.

Uno de estos médicos destacados de la antigüedad, fue Claudio Galeno, que vivió en el siglo II de nuestra Era, y una buena oportunidad para conocerlo lo constituye la lectura del libro “El médico del Emperador” (Ediciones B, 2005), de la escritora e historiadora alemana Tessa Korber. La obra, aunque es una novela histórica, se presenta como una autobiografía. Así, en primera persona, Galeno inicia un relato pormenorizado de su azarosa vida, marcada por constantes viajes e interminables estudios que lo transformaron en un referente de la medicina occidental por más de un milenio.

Autor fecundo

A través de una narración muy amena, nos enteramos que nació en la ciudad de Pérgamo, en la actual Turquía. Fue hijo de una familia acomodada y desde pequeño mostró interés por muchos temas. Pero finalmente se dedicó al estudio de la medicina, y para ello acude e estudiar a Alejandría, el mayor y más prestigioso centro de enseñanza de la época. Su genio indiscutido le permite absorber todos los conocimientos de su tiempo, pero su carácter rebelde lo transforma en un discípulo díscolo, que entra en permanentes conflictos con sus profesores. Al regreso a su ciudad natal, se desempeña durante algunos años en la escuela de gladiadores, la que se transforma también en el mejor centro de aprendizaje práctico para el joven médico, ya que le permite adquirir gran experiencia en el tratamiento de muchos tipos de traumatismos y heridas.

Posteriormente viaja a Roma, en donde ejerce su profesión en las cortes de los emperadores Marco Aurelio, Lucio Vero, Cómodo y Septimio Severo. Su gran cercanía a la autoridad, lo transforma en un testigo privilegiado de los secretos de palacio. Ese conocimiento le permite entregarnos una descripción descarnada de la vida de los gobernantes; la cual abunda en detalles que permiten comprender las luchas, traiciones e intrigas, en base a las cuales se tejía el entramado del poder.

El relato incluye la descripción de muchos procedimientos médicos. Y Galeno, un maestro en el manejo del escalpelo, nos demuestra, una y otra vez, su fama de experto cirujano. También son destacables sus recetas para elaborar medicinas, no en vano es reconocido como uno de los precursores de la farmacología, y uno de sus preparados más exitosos, la triaca, fue utilizado hasta el siglo XVIII.

En lo formal, Galeno fue heredero del conocimiento de Hipócrates, pero creó un método propio, basado principalmente en la experiencia. Hizo muchas disecciones, lo que le permitió importantes avances en el conocimiento de la anatomía y la fisiología. Además fue un autor fecundo, ya que publicó cientos de tratados en donde explicaba sus descubrimientos y procedimientos curativos.

Para muchos, Galeno fue uno de los más grandes médicos de todos los tiempos. Sin embargo, su forma de entender el funcionamiento de la naturaleza y del cuerpo humano, tan alejada de los conocimientos actuales, hacen legítimo cuestionar si es válido ese honor. En su momento, fue el médico más destacado del mundo grecorromano, y sus procedimientos curativos dieron origen a un paradigma de medicina que acompañó a nuestra civilización durante más de trece siglos. Sólo con el advenimiento del Renacimiento, y la irrupción de personajes como Paracelso y Vesalio, que incorporaron nuevas formas de hacer medicina, su teoría y métodos fueron desplazados.

La novela de Tessa Sorber constituye una excelente oportunidad para conocer mejor a este notable personaje, y de paso comprender las razones que explican su influencia en el desarrollo de la medicina, y entender por qué hemos llegado a transformar su nombre en sustantivo, pues hoy el término “galeno” en sinónimo de médico.

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