1 de noviembre de 2013

A 99 años de la Batalla Naval de Coronel


Durante el siglo pasado se desarrollaron dos grandes guerras que involucraron a tal cantidad de naciones, que han sido bautizadas  como la Primera y Segunda Guerras Mundiales. Chile, debido a su lejanía de los grandes centros políticos y económicos de entonces no participó directamente en esos conflictos, sin embargo, aunque para muchas personas   pueda resultar sorprendente, frente a nuestras costas se desarrolló un dramático enfrentamiento naval entre navíos británicos  y alemanes, el que la historia recuerda como la Batalla de Coronel, librada el 1 de noviembre de 1914, a 40 millas de la costa, en aguas territoriales chilenas, frente a la ciudad de Coronel. 
 Por Hugo Jara Goldenberg


A principios del siglo XX, tanto Alemania como el Reino Unido constituían imperios con amplios dominios en ultramar y para resguardar sus posesiones e intereses disponían de imponentes flotas navales, por lo que al estallar la guerra, y en su condición de enemigos, era inevitable que se enfrentaran.

El Imperio Británico tenía dividida a su Gran Flota en Escuadrones, cada uno con completa capacidad operativa. En particular, el Cuarto Escuadrón de Cruceros, que estaba encargado de proteger las rutas entre Sudamérica y las Islas británicas, operaba desde la Base Naval de las Islas Falklands (Malvinas). Pero a pesar de la importancia estratégica de esta zona, la conformación de esta fuerza naval era considerada de segundo orden, ya que disponía de navíos antiguos y sus tripulantes eran  en su mayoría jóvenes reservistas. Este Escuadrón estaba al mando del Contraalmirante Sir Chistopher George Cradock.

El Imperio Alemán en tanto, también necesitaba proteger sus amplios territorios y para resguardar sus posesiones en el Lejano Oriente, disponía de una importante fuerza de combate que operaba desde la Base Naval de Tsing-Tao (actual Qingdao, en China), comandada por el Vicealmirante Maximiliam Graf Von Spee. Pero, a diferencia del Cuarto Escuadrón de Cruceros británico, la Flota alemana del Lejano Oriente estaba conformada por barcos de primera línea y sus tripulantes eran casi todos marineros de carrera, con amplia experiencia en el servicio naval.


La Gran Guerra

Al comenzar la Gran Guerra el 28 de julio de 1914 (posteriormente fue denominada Primera Guerra Mundial), las potencias involucradas  de inmediato movilizaron a sus fuerzas para la acción.
          El almirantazgo británico dispuso de recursos para bloquear a las naves alemanas. Lo que logró en el Mar del Norte y también en el Mar Mediterráneo, sin embargo la situación fue distinta con la flota alemana apostada en el Este Asiático, de la cual se tenían noticias que indicaban que había abandonado su base y navegaba hacia las costas de América del Sur. Si las naves alemanas no eran neutralizadas, se ponía en riesgo no sólo la navegación en el Pacífico Sur, sino que  la amenaza se proyectaba también sobre la Base Naval de las Falklands, y si ella caía, quedaría también desprotegida la estratégica zona del Atlántico Sur.

Dada esta crítica situación, se le ordenó al Contraalmirante Cradock, impedir el acceso de los alemanes al Océano Atlántico. Para ello la Escuadra Británica debía cruzar el Cabo de Hornos y esperar, frente a las costas chilenas, a la formación germana.

  La Cuarta Escuadra de Cruceros británica estaba compuesta por dos cruceros acorazados (HMS Good Hope y HMS Monmouth), un crucero liviano (HMS Glasgow) y un lento mercante convertido a navío de guerra (HMS Otranto). Posteriormente se les unió un viejo crucero a punto de ser dado de baja (HMS Canopus). Todos los barcos británicos eran antiguos y poseían una obra muerta (estructura sobre la línea de flotación) muy baja, lo cual impedía utilizar las baterías de cubierta en caso de mar gruesa.

El Contralmirante Cradock, consiente de lo limitado de sus fuerzas, y conocedor del poder de la formación alemana, solicitó al alto mando refuerzos, pero la respuesta fue negativa y se le señaló de manera perentoria: “Con lo que tiene es suficiente para detener al enemigo”.

El Vicealmirante Von Spee, en tanto, al iniciarse las hostilidades recibió la orden de abandonar la Base Naval de Tsing-Tao, y dirigirse a Alemania. La ruta más segura era navegar por el Pacífico Sur y cruzar hacia el Océano Atlántico por el Cabo de Hornos. De inmediato la flota germana se adentró en el Océano Pacífico y sobre la marcha se debían incorporar a la formación naval, los Cruceros livianos Dresden y Leipzig, que al momento del inicio de guerra se encontraban comisionados en las costas mexicanas del Atlántico y del Pacífico apoyando a los intereses alemanes, que sufrían los avatares de la Revolución Mexicana.

El punto de encuentro fue la Isla de Pascua. El Dresden bajó por la costa Atlántica, cruzando al Pacífico vía Cabo de Hornos y luego subió al lugar del encuentro, al cual arribó en la madrugada del 12 de octubre de 1914.  El Leipzig, en tanto descendió por la costa del Pacífico y arribó al punto de reunión el 14 de octubre. Las naves recién llegadas llevaron noticias sobre las naves adversarias, en especial el Dresden, que debió navegar en las barbas del enemigo, informó que varios cruceros ingleses ya habían cruzado el Cabo de Hornos y los esperaban para cerrarles el paso.

Asi, la formación alemana quedó conformada por dos Cruceros pesados (S.M.S.Scharnhorst y S.M.S. Gneisenau) y tres cruceros livianos (S.M.S. Leipzig, S.M.S. Nüremberg  y S.M.S. Dresden). Se trataba de naves modernas, fuertemente armadas y con capacidad para navegar y maniobrar con facilidad en cualquier condición de mar.

Ambos comandantes sabían lo que pretendía hacer su rival, y conocían muy bien la correlación de fuerzas. Von Spee y Cradock comprendieron que el encuentro entre sus escuadras era inevitable, lo que no sabían era cuándo y dónde se produciría el enfrentamiento.


Se prepara la Batalla

Durante la tercera semana de octubre, la flota británica estableció su base de operaciones en la bahía Vallenar, ubicada en el archipiélago de los Chonos en la Zona de los Canales del sur de Chile. Los barcos de la flota iban  y venían cumpliendo misiones de patrulla y aprovisionamiento, recalando en diversos puertos chilenos. El día 27 de octubre se ordenó al Crucero ligero Glasgow dirigirse al Puerto de Coronel, para hacer carbón y enviar telegramas.

Al mismo tiempo, los alemanes en su intento por avanzar al Sur sin ser descubiertos establecieron un estricto silencio radial. Sin embargo el Leipzig, desde el día 29 de octubre intentaba insistentemente comunicarse radialmente con algún barco, lo cual fue de inmediato captado por los ingleses, quienes creyeron, al ser el único navío alemán que se escuchaba, que se encontraba aislado de su flota. Posiblemente este fue un ardid ideado por los alemanes. Los germanos también se enteraron, a través de redes de informantes, de que el Glasgow se encontraba solo en Coronel.

Así las cosas, los alemanes pusieron proa al Sur para destruir al Glasgow, esperándolo  a su salida de Coronel. Al mismo tiempo los ingleses tomaron rumbo Norte para atrapar al supuestamente solitario Leipzig.  Ambas flotas navegaron confiadas en que se dirigían  a la caza de un solitario enemigo, por lo que la sorpresa fue completa cuando se encontraron a la cuadra de la Isla Santa María, que queda ubicada a 30 km frente al Puerto de Coronel.

La batalla

El 1 de noviembre de 1914,  los ingleses se reunieron frente al Golfo de Arauco y en formación de abanico se  dirigieron a la cacería de su solitaria presa.  Al mismo tiempo, la formación alemana, encabezada por el Crucero Scharnhorst, de dirigió al Sur navegando en fila, con la costa a la vista, en busca del  Glasgow.

El avistamiento  entre las flotas se produjó a las 17:00 hora local. Al inicio del combate las fuerzas alemanas se encontraban entre la costa y la flota inglesa, por lo que el Contraalmirante Cradock estaba consciente de la ventaja táctica que significaba enfrentar al enemigo con el Sol ligeramente alto a su espalda. Los artilleros alemanes se encandilarían al apuntar sus cañones sobre los barcos enemigos recortados sobre el horizonte iluminado por el Sol.

Sin embargo la maniobra no resultó exitosa debido a la lentitud del Otranto, y al embravecido mar que a esas horas de la tarde, sufría los rigores de los fuertes vientos del Sur que alcanzaban velocidades de cuarenta nudos, y que imposibilitaba operar las baterías de los barcos ingleses. De esta forma, con el paso de los minutos la ventaja táctica que significaba la posición del Sol cambia de bando. Ahora, ya con el astro Rey bajo en el horizonte, son los barcos alemanes los que tienen la ventaja, al camuflarse con la oscuridad de la costa, y observar a los navíos ingleses recortarse inconfundibles sobre el tenuemente iluminado horizonte Oeste.

A las 8:00 pm, el Sol estaba ya en el ocaso, y le siguió un lento crepúsculo vespertino que maximizó las posibilidades de los artilleros alemanes, los cuales cumplieron su tarea y con certeros tiros comenzaron a aniquilar a los dos principales barcos ingleses. Así, Los Cruceros pesados  Good Hope y Monmouth sufrieron importantes daños y fueron perdiendo gradualmente su capacidad de respuesta, pero resistieron.

EL Contraalmirante Cradock a pesar de los daños sufridos, estaba decidido a vender cara su derrota y confió en aguantar y esperar la llegada de la noche, para recibir la ayuda de la Luna que debía asomar, ya en menguante, sobre el horizonte Este, para iluminar al enemigo, y así poder continuar disparando con los escasos medios que le quedaban.

Pero el milagro no se produjo y a las 20:57 una certera andanada explotó en cubierta y provocó la destrucción de la nave insignia  Good Hope, la cual se hundió rápidamente con toda su tripulación, incluido el Contraalmirante Cradock. No hubo sobrevivientes.

Llegada la noche, y con la Luna despareciendo a ratos entre las nubes, la oscuridad era total. Para mala suerte de los ingleses, el maltrecho Monmouth  fue ubicado por el Crucero Nüremberg, el cual por venir cerrando la formación alemana no había tenido la oportunidad de participar directamente en el combate. El Crucero alemán enfrentó al navío británico y lo conminó a rendirse, al no tener respuesta  procedió a dispararle hasta su hundimiento, que se produjo a las 21:55  con la tripulación completa, tampoco hubo sobrevivientes.

Ya entrada la noche el resto de la formación británica logró escapar. Como resultado del combate los ingleses perdieron a dos Cruceros acorazados, y murieron 1654 marineros. Los alemanes solo tuvieron 3 heridos.

Habitantes de los pueblos y ciudades emplazadas en la zona costera del Golfo de Arauco, fueron testigos lejanos del enfrentamiento. El ruido sordo y apagado por la distancia de los cañonazos y el resplandor de los disparos e incendios que iluminaba el horizonte, hizo que muchos subieron a los cerros para intentar observar la tragedia que se consumaba a lo lejos, pero sin saber a ciencia cierta de qué se trataba.

El día después

La noticia del combate se propagó rápidamente y el impacto entre los beligerantes no se hizo esperar. Los vencedores del combate se dirigieron hacia el Puerto de Valparaíso, en donde fueron recibidos triunfalmente por la comunidad alemana residente. Después de un breve descanso,  limitado al tiempo que los protocolos de neutralidad permitían, la flota alemana se hizo a la mar, reanudando su viaje de regreso a la patria.

Los ingleses por su parte, sintieron profundamente  la derrota. De inmediato reorganizaron sus fuerzas y dispusieron de una  Escuadra que esperó a los alemanes en la  entrada al océano atlántico. Así, un poco más de un mes después, el 8 de diciembre de 1914, los ingleses cobraron venganza destruyendo a la formación alemana, en la Batalla de las Falklands.  La Flota alemana fue barrida, pereciendo en combate el  Vicealmirante Maximiliam Graf Von Spee. 

Sólo sobrevivió el Dresden, el cual después de un largo periplo por las costas de nuestro país, fue finalmente acorralado por naves británicas, y hundido por su propia tripulación en la bahía Cumberland, en la Isla de Juan Fernández, el 14 de marzo de 1915.


Homenaje personal

En la época en que mantenía vigente mi licencia de piloto, me correspondía con frecuencia realizar vuelos a las islas Mocha y Santa María. Mi rutina  para volar hacia esos destinos era realizar el cruce a una altitud suficiente para, en el caso de sufrir una falla de motor, poder acercarme  en planeo a la costa más cercana. Eso me obligaba a montar (ascender) hasta una altitud de 6500 pies (aprox. 2000 m) para realizar el cruce con seguridad. Cuando iniciaba el vuelo desde el continente alcanzaba dicha altitud prolongando la montada después del despegue.

Sin embargo, cuando retornaba debía montar en espiral hasta alcanzar la altitud de cruce, y cuando volvía desde la Isla Santa María efectuaba esa maniobra en la zona Oeste de la isla, es decir frente al océano. Elegía ese lugar porque sabía que ahí se había desarrollado la Batalla de Coronel. Mientras ascendía  observaba el majestuoso y, a esa altitud, tranquilo océano, y recordaba con emoción que en el pasado se había desarrollado, en ese mismo lugar, un cruento encuentro naval, y bajos esas aguas de color azul profundo  yacían los restos de dos navíos británicos y las almas de más de 1600 marinos que, en una zona remota del mundo, entregaron la vida por su patria.      
 Monolito que recuerda la Batalla de Coronel en la Plaza de esa ciudad
NOTA: Hay que considerar que en esa época no existía el cambio de horario, por lo cual las horas locales señaladas en este relato corresponden al horario de verano en Chile (GMT -3). Es importante aclarar esto ya que si se consultan otras fuentes, los hechos aparecen con una hora de diferencia por no considerar este cambio horario. El indicar correctamente las horas es relevante porque un elemento clave en el desarrollo del combate fue la posición del Sol, a esas horas, ya cayendo  sobre el horizonte.


Fuentes Bibliográficas

"Tras la estela del Dresden"; María Teresa Parker; Ediciones Tusitala; 1987

"Memorial Batalla de Coronel" (en inglés): http://www.coronel.org.uk/


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