1 de julio de 2007

La venganza de la Tierra

Fenómenos como el calentamiento global, el incremento de los gases de efecto invernadero, la lluvia ácida y la disminución de la capa de ozono, entre otros, son manifestaciones evidentes de que estamos en presencia de un desequilibrio planetario, de efectos impredecibles para el futuro de nuestra civilización.

Por Hugo Jara Goldenberg
Publicado en el diario El Sur, el 1 de julio de 2007. Ver artículo.....

Hace ya cuarenta años James Lovelock, un científico independiente inglés, llamó la atención de la comunidad internacional cuando hizo pública una idea revolucionaria, conocida como la Hipótesis Gaia. Según esta teoría, la Tierra es mucho más que un lugar en donde pudo surgir y prosperar la vida. Nuestro planeta es en sí mismo, un megaorganismo viviente.

El aspecto central de esta propuesta, (cuyo nombre, Gaia, se tomó de la diosa griega de la Madre Tierra) es que el planeta es un sistema vital autorregulado, predispuesto para la vida biológica. La interacción entre los océanos, la atmósfera, la corteza terrestre y las formas vivas, conforman un sistema dinámico que evoluciona en conjunto.

Aunque la proposición de considerar a nuestro hogar cósmico como un organismo vivo no era nueva, el estudio de Lovelock adquiere una connotación especial al ser presentado bajo un marco conceptual y teórico convincente, y también por surgir en una época en la cual la sociedad comenzaba a hablar de los problemas medioambientales.


Su hipótesis fue presentada en el libro “Gaia, Una nueva visión de la vida sobre la Tierra” el que se transformó en un clásico, y fue acogido con entusiasmo por muchos, en especial por los movimientos ecologistas. No obstante, fue seriamente cuestionado por la comunidad científica, que insistía en la visión tradicional que observaba a la evolución biológica siguiendo un curso independiente de la evolución geológica.

Desde entonces, Lovelock es considerado un líder indiscutido de la causa ecológica. Personaje multifacético, de profesión médico, ha publicado varios libros, escrito cientos de artículos científicos, hecho descubrimientos y creado inventos que han permitido confirmar sus ideas. Ahora, ya cerca de los noventa años de edad, nos sorprende con un nuevo texto, el cual representa la culminación del pensamiento ambientalista que ha desarrollado durante casi medio siglo. Se trata de “La venganza de la Tierra, La teoría de Gaia y el futuro de la humanidad” (Editorial Planeta, 2007).

Contra el tiempo

En la primera parte de la obra, varios capítulos nos sumergen en los detalles de esta nueva forma de entender a nuestro planeta. Conoceremos las circunstancias bajo las cuales se fue gestando esta idea revolucionaria, incluso de dónde surgió el nombre de Gaia. Igualmente comprenderemos cómo, gracias a una serie de descubrimientos que han confirmado el alto grado de interdependencia que existe entre los diferentes componentes de nuestro sistema planetario, este nuevo paradigma gradualmente ha comenzado a ser aceptado por la comunidad científica. Pero Lovelock no puede evitar preguntarse por qué ha tomado tanto tiempo aceptar un hecho tan evidente, perdiendo en esa demora un tiempo precioso en la búsqueda de soluciones a la crisis ambiental.

También es interesante el análisis que se hace a las diferentes fuentes de energía disponibles para el desarrollo de la civilización, y el impacto que han tenido en el medio ambiente. A través de una explicación muy didáctica al lector le quedarán claras las características de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), y conocerá los mitos y peligros ocultos que rodean a las energías renovables, así como su verdadera aplicabilidad.

Un especto controversial del libro es la defensa a ultranza que hace de la energía atómica, a la cual le reconoce múltiples ventajas. Aunque acepta que hay riesgos implícitos en su utilización, los considera un mal menor, e incluso argumenta con respecto al mínimo impacto que tendrían en el medio ambiente, al compararlas con las fuentes energéticas tradicionales. Este apoyo lo enfrenta a los movimientos ecologistas, quienes fueron sus primeros adherentes, pero el científico aclara que esta opinión la ha mantenido desde siempre, lo cual está refrendado en sus primeros escritos.

Finalmente se analizan las diversas estrategias que puede adoptar la humanidad para salvar la difícil situación ambiental. El autor reconoce que Gaia, como muchas otras veces en su historia, podrá recuperarse, pero señala con insistencia que quien sí está en riesgo de desaparecer, es nuestra civilización. Su pronóstico es poco alentador, y dada la actual situación, considera que es imposible que la humanidad continúe avanzando al ritmo presente, a menos que introduzca cambios radicales en su relación con la naturaleza.

En definitiva, estamos en presencia de una obra interesante, aunque también polémica, como lo ha sido siempre su autor, y pese a que últimamente se han publicado muchos libros que tratan esta temática, éste posee el valor de haber sido escrito nada menos que por uno de los padres de la ecología. Una lectura reposada al último trabajo de James Lovelock, constituye una instancia imperdible de reflexión sobre un problema clave para el futuro de la humanidad.

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