12 de noviembre de 2006

Otra vez se nos perdió Colón (12 noviembre 2006)

Son tantas las incógnitas que rodean la existencia del famoso navegante y descubridor, que cuesta encontrar algún aspecto de su vida que esté a salvo de polémicas. Incluso el lugar de descanso de sus restos mortales es reclamado con vehemencia por dos países.

Hugo Jara Goldenberg

Publicado en el diario El Sur, el 12 de noviembre de 2006.


Cristóbal Colón es uno de los personajes más enigmáticos de la historia, toda su vida está envuelta en una nebulosa que impide conocerlo adecuadamente. Ya su nacionalidad es tema de debate. Aunque la versión oficial, aquella que todos aprendimos en el colegio, afirma que era genovés, hay muchos investigadores que consideran seriamente algunas hipótesis que sugieren una cuna distinta. Desde hace siglos se esgrimen justificados argumentos que lo presentan como portugués, balear o catalán e incluso de origen judío.

Pero las interrogantes en torno al descubridor no se limitan a su lugar de nacimiento, al contrario surgen a raudales a lo largo de toda su existencia. ¿Fue un idealista y visionario?, o más bien un oportunista, con un oscuro pasado de espía, corsario y mercader de esclavos. ¿Supo de la existencia de tierras de ultramar por un náufrago al que rescató? ¿Cómo fueron realmente sus relaciones con los Reyes Católicos? También es una fuente de misterio su extraña firma, -la que está compuesta por una serie de rayas y signos dispuestos en forma de triángulo- la cual, a través de una cláusula de testamento, obligó a utilizar a sus herederos.

Y las dudas continúan hasta el presente, ya que aún después de muerto, el almirante de la Mar Océana sigue generando encendidas disputas. Ahora la controversia apunta al lugar de descanso de sus restos mortales. Efectivamente, tanto España como República Dominicana afirman poseer los auténticos restos del marinero.

La verdad de la mentira

Cristóbal Colón falleció el 20 de mayo de 1506 en Valladolid. Al poco tiempo su cadáver fue exhumado y llevado a Sevilla en donde permaneció hasta el año 1544, cuando a solicitud de la viuda de Diego Colón, el hijo del almirante, fue trasladado a Santo Domingo, la ciudad primada de América. De esta forma se daba cumplimiento a la voluntad del descubridor de descansar eternamente en los lejanos territorios de ultramar.

El traspaso temporal de la isla La Española a Francia, obliga al traslado de los restos a La Habana. Y desde ahí, a fines del siglo XIX, una vez finalizado el dominio hispano en esa parte del mundo, los huesos del almirante retornan a la madre patria, permaneciendo desde entonces en la catedral de Sevilla.

La versión de República Dominicana es diametralmente opuesta, y se fundamenta en que los despojos enviados a Cuba no fueron los de Cristóbal Colón, sino los de su hijo Diego. El almirante nunca abandonó la isla La Espaniola y sus huesos descansan actualmente en la ciudad de Santo Domingo.

Utilizando como argumento central esta centenaria disputa, y también aprovechando la conmemoración de los 500 años de la muerte del descubridor y navegante, se ha lanzada la novela histórica “La tumba de Colón” de Miguel Ruiz Montañez (Ediciones B, 2006).

La historia, ambientada en el presente, comienza cuando misteriosamente desaparecen los restos del almirante desde ambas tumbas oficiales. Para las autoridades resulta incomprensible que los ladrones sólo se interesen por los huesos, y que dejen en su lugar invaluables reliquias de la gesta del descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo. Pero lo más extraño es que en los dos mausoleos aparece la misma marca: la enigmática firma de Colón. Ambos gobiernos no escatiman recursos en la resolución del caso policial. Se conforma un equipo de investigación conjunto que después de vivir emotivas aventuras, logra resolver el caso en un final inesperado y sorprendente.

El autor, es un ingeniero y académico español, que desde hace algunos años se desempeña como profesor asociado en la Universidad de Santo Domingo, en República Dominicana. Su admiración por el almirante y el conocimiento y cariño que profesa por los dos países que reclaman su tumba, lo ha llevado a escribir ésta, su primera novela.

Ruiz Montañez, en la introducción del libro, aclara que aunque todos los hechos mencionados son verídicos, su obra es sólo una novela de misterio. Confiesa también que la principal motivación que lo llevó a embarcarse en este proyecto fue el resaltar la estatura, como personaje histórico, de Cristóbal Colón. Y a juzgar por la cálida aceptación de su obra en los círculos académicos e intelectuales y por el éxito de ventas, su objetivo se ha cumplido plenamente.

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