5 de septiembre de 2007

Polvo de estrellas


Existen descubrimientos científicos que para muchos pueden resultar sorprendentes, e incluso perturbadores, ya que encierran una verdad que trasciende el terreno de la racionalidad y se adentran en lo más profundo de la sensibilidad humana.

Por Hugo Jara Goldenberg


Este artículo fue publicado en la Revista Artemisa (Nº 6) y un extracto del mismo apareció en la revista de divulgación astronómica Argo Navis (Nº15)

Quién no ha escuchado o leído la frase “somos polvo de estrellas”, se trata de un pensamiento profundo y conmovedor, que invita a la meditación y que ha sido fuente de inspiración de literatos y trovadores. Pero muchas personas se sorprenderán al enterarse que tras esta idea hay algo más que belleza poética o una elaborada metáfora. En ella, por sobre todo, se esconde una gran verdad científica, quizá si uno de los logros más trascendentes alcanzados por la astronomía del siglo XX.

Durante mucho tiempo se creyó que las estrellas no eran más que pequeños puntos luminosos que permanecían fijos en la esfera celeste. Y aunque posteriormente se descubrió que éstas eran en realidad objetos similares a nuestro Sol, la naturaleza de esos cuerpos continuó oculta tras el velo del misterio. Incluso a principios del siglo XIX, el filósofo Auguste Comte, al especular sobre los límites absolutos del conocimiento, señalaba que una de las cosas que el ser humano jamás podría conocer, era la constitución material de los cielos.

Sin embargo, todo cambió con el desarrollo de la espectrografía, una técnica maravillosa que permite desnudar los secretos de la luz. Con la ayuda de esta herramienta se descubrió que los elementos presentes en el Sol, y en consecuencia en todas las estrellas, son los mismos que encontramos en la Tierra. Con este hallazgo se confirmaba que nuestro planeta, no sólo es parte integrante del cosmos, sino que comparte con éste su sustancia material y obedece a las mismas leyes físicas.

La siguiente incógnita con respecto a las estrellas, era entender los mecanismos mediante los cuales pueden generar las ingentes cantidades de energía, que las hacen brillar durante miles de millones de años. Para resolver este enigma fue necesario esperar hasta el siglo XX, cuando la comprensión de las leyes que gobiernan a las partículas fundamentales de la naturaleza, permitió finalmente develar el gran secreto estelar. Es a través del fenómeno de la fusión nuclear, que los astros pueden vivir durante tanto tiempo.

Átomos de nuestro cuerpo

Pero este descubrimiento trajo aparejado otro igual de trascendente. Al elaborar los modelos físico-químicos que permitían explicar cómo la fusión nuclear podía generar tal cantidad de energía, se puso de manifiesto un hecho notable: en el interior de las estrellas se sintetizan los elementos más pesados que el hidrógeno. En consecuencia, es la evolución estelar (el ciclo del nacimiento, vida y muerte de los astros) la que, a partir del hidrógeno presente ya en los inicios del Universo, da origen a toda la variedad de átomos que existen en la naturaleza.

Así, se demostró que cada elemento atómico que encontramos en las moléculas que conforman el cuerpo humano (el carbono presente en los tejidos, el hierro que circula por la sangre o el calcio de nuestros huesos) se crearon en el interior de estrellas que murieron hace mucho tiempo, las que en el instante postrero arrojaron al espacio interestelar sus cenizas. Posteriormente, luego de sucesivas generaciones de astros, esos átomos pesados estuvieron presentes en la formación del Sol y su séquito de planetas, entre ellos la Tierra en donde pudo surgir y prosperar la vida.

Finalmente, millones de años de evolución culminaron con la aparición de seres inteligentes, dotados de conciencia y capaces de comprender la estrecha relación que los hermana, no sólo con el cosmos, sino con toda la diversidad de organismos vivientes. Y algunas personas, dotadas de una especial sensibilidad, son capaces de expresar esta verdad científica, que para muchos puede resultar perturbadora, de manera sublime, como lo hace el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal en su obra “Cántico Cósmico”:

“¿Qué hay en una estrella? Nosotros mismos.
Todos los elementos de nuestro cuerpo y del planeta
estuvieron en las entrañas de una estrella.
Somos polvo de estrellas….”

1 comentario:

CarpeDiem dijo...

Hola don Hugo... que alegría encontrarlo por aquí... vi su dirección en una tarjeta que tenía el Pedro en su escritorio...

Me pareció muy interesante el artículo... nunca había escuchado eso de que nuestra constitución humana surge del polvo de estrellas... pensaba que se trataba de una simple metáfora :)

Voy a ponerme las pilas para poder leer todo lo que ya ha publicado... que es bastante :)...

Le dejo las direcciones de unos blog que tengo, por si quiere pasar a verme... además le voy a mandar esta url a su tocayo...

http://carocarpediem.blogspot.com/
http://correcciondeprueba.blogspot.com/

También tengo carias fotos en http://www.flickr.com/photos/caro-carpediem/

Un abrazo grande

Carola Calderón