22 de abril de 2007

No persigas tu sombra

Existen fenómenos físicos que nos acompañan a diario, pero en los cuales pocas veces reparamos. Y cuando intentamos comprenderlos, nos percatamos de que poseen un significado que excede a las experiencias sensoriales, y se proyectan en lo más profundo de la mente humana.

Por Hugo Jara Goldenberg

Publicado en el diario El Sur, el 22 de abril de 2007 Ver artículo....

Las sombras han acompañado al hombre desde tiempos inmemoriales, se manifiestan como una extensión de los objetos materiales, y a pesar de carecer de sustancia, poseen un comportamiento que seduce con fuerza a la imaginación. Una definición, que podemos encontrar en el diccionario, nos dice que es la “proyección oscura que un cuerpo lanza en el espacio en dirección opuesta a aquella por donde viene la luz”. Aunque todos quedamos satisfechos con esa explicación, muy bien sabemos que tras la sombra hay algo más que la presencia o ausencia de luz, en ella se ocultan sentimientos y emociones que se adentran profundamente en la psiquis humana.

La sombra es un fenómeno físico notable, complemento indispensable para la visión. Es a través de ella que se percibe la profundidad, el volumen y otros matices que enriquecen al más importante de los sentidos. Pero también, y aunque no sea tan evidente, el conocimiento de la naturaleza de la sombra ha permitido el desarrollo de muchas de las manifestaciones de nuestra cultura. La forma como se ha dado esta influencia está muy bien explicada en el libro “El descubrimiento de la sombra” (Editorial Debate) de Roberto Casati.

Todos, en algún momento de nuestra vida, nos hemos enfrentado a la perturbación que provoca el observar el comportamiento errático, y a veces impredecible, de las sombras. De pequeños, se transforman en compañeras de juegos inocentes, como el correr velozmente en un vano intento por dejarla atrás. También ellas imponen los primeros desafíos intelectuales complejos en los niños que tratan de develar su secreto. Como adultos, la fascinación continúa, pero es inevitable sentirla con una fuerte carga peyorativa. Su naturaleza oscura, asociada a lo oculto, misterioso y desconocido, provoca muchas veces un sentimiento de inseguridad, cuando no de miedo.

En un intento por reivindicar el valor de la sombra, Roberto Casati nos pasea por una serie de episodios históricos que ponen de manifiesto la influencia que tuvo la comprensión de su esencia, en el desarrollo de aspectos importantes, no sólo de nuestra civilización, sino también relacionados con nuestra psiquis. Así, la omnipresencia de la sombra en la vida cotidiana, permitió que los primeros filósofos se adentraran en sus misterios, utilizándola para explicar tanto el comportamiento humano como la realidad misma.

Un manto de incertidumbre

Por supuesto que el autor nos recuerda la forma como Platón utilizó a la sombra en el libro VII de “La República”, una de sus obras más conocidas. En ella se cuenta la historia de un grupo de individuos que son encerrados, desde su nacimiento, en una oscura caverna. Son víctimas de un experimento inquietante. Los prisioneros están encadenados, y dispuestos de manera tal, que ni siquiera pueden observarse unos con otros. Lo único que les está dado ver es la proyección, en una pared, de sombras generadas para hacerles creer que ellas constituyen la realidad. Lo que buscaba el filósofo era explicar, mediante una rebuscada metáfora, que al igual que los prisioneros de la caverna, nosotros percibimos de la realidad, sólo sus reflejos, quedando vedada al entendimiento humano la esencia misma de las cosas.

También es importante el análisis que se hace acerca del impacto que ha tenido el desarrollo tecnológico en el mundo de la oscuridad. Cuando en el siglo XIX Tomas A. Edison inventó la ampolleta incandescente, lo que entregó a la civilización fue mucho más que una herramienta para acabar con las tinieblas. El movimiento trémulo de las sombras que arrojaban las fogatas, antorchas y velas, fue reemplazado por una proyección estable, fría y constante, pero desprovista del encanto y misterio de aquellas imágenes fantasmales, que por milenios acompañaron nuestra existencia.

Y qué decir de la relevancia de la sombra en descubrimientos científicos sobresalientes. Personajes como Tales de Mileto, Aristarco, Eratóstenes o Galileo, entre muchos otros, estudiando esas manchas oscuras fueron capaces de comprender aspectos relevantes del funcionamiento del universo. Asimismo los artistas debieron librar una dura batalla para comprender sus secretos y plasmar en sus obras, recreaciones más reales del mundo.

El libro es cautivador, y nos permite observar de una forma distinta un fenómeno, que no por cotidiano, se puede considerar enteramente conocido y libre de enigmas. Una lectura reposada nos recordará que, a pesar de vivir en una época dominada por la ciencia y la tecnología, las sombras continúan proyectando sobre nuestra mente un manto de incertidumbre y temor, reflejo indeleble de sentimientos y emociones ancestrales.

No hay comentarios.: