24 de mayo de 2015

Horizonte vertical



Por Hugo Jara Goldenberg

Esta reseña fue publicada en el Diario El Sur, el 24 de mayo de 2015

En todos los deportes hay un evento cumbre al cual sueñan llegar todos quienes lo practican. Así cualquier tenista imagina jugar  un Grand Slam, los automovilistas anhelan llegar a la Formula Uno y la máxima aspiración de los montañistas es escalar el Monte Everest, la cumple más alta del mundo con 8848 m.  Chile como país de cordillera ha tenido una larga tradición de escaladores, pero recién el en año 1992, una expedición nacional, liderada por el reconocido andinista y profesor Rodrigo Jordán, pudo hacer cumbre en ese emblemático lugar.
Veintidós años después de esta hazaña, Rodrigo Jordán, en coautoría con el periodista Marcelo Simonetti, nos cuenta su aventura, pero en lugar de utilizar el formato habitual para este tipo de relatos, han elegido hacerlo con una novela.
Se trata de “Horizonte Vertical, Ascensión al Everest”, una novela en la  que  conoceremos a Martín, un joven veinteañero que vive el conflicto de cumplir el deseo de sus padres de estudiar y heredar el negocio familiar, o alcanzar el sueño de ser libre entre las montañas.  En el relato participan también, como protagonistas, los integrantes originales de la expedición. Se trata de los deportistas Rodrigo Jordán, Christian García Huidobro, Claudio Lucero y Alfonso Díaz, quienes guían al inexperto Martín, en la difícil travesía.
La obra nos muestra, en un relato cautivante, todos los detalles y pormenores de la travesía, desde la llegada a Nepal, los viajes interiores hacia la base del Everest, ingresando por el Tíbet, y por supuesto todo es ascenso. También nos enteramos de varios intentos anteriores fallidos, en los cuales se estuvo a metros de alcanzar la cima pero diversas circunstancias impidieron dar el paso final, y en particular es sobrecogedor enterarse de lo que sucedió en el año 1986, cuando en un desafortunado accidente falleció el escalador, Victor Hugo Trujillo, cuyo cuerpo fue sepultado por sus compañeros en la nieve.
 La lectura atrapa y como nunca la imaginación hace su trabajo, transformando al lector en otro protagonista de un viaje épico, que en este caso fue real.



 

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