8 de abril de 2007

Winston Churchill bajo la lupa

Pocos personajes históricos del siglo pasado despiertan tanta admiración como el premier británico que guió a su nación en los momentos más críticos de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su actuar como servidor público no está libre de controversias y son muchos quienes cuestionan algunas de las decisiones que tomó como autoridad.

Por Hugo Jara Goldenberg

Publicado en el diario El Sur, el 8 de abril de 2007
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Todas las naciones poseen un altar de personajes notables entre los que se destacan grandes estadistas, héroes militares, hombres de ciencia, deportistas o figuras religiosas que se transforman, con el paso del tiempo, en figuras casi de leyenda. El recuerdo colectivo los envuelve en una aureola de virtuosismo inmaculado, que en la mayoría de los casos, los hace inmune al cuestionamiento y a la crítica. Sin embargo, todas estas personas ilustres fueron seres humanos de carne y hueso, con muchas virtudes, pero inevitablemente, también con defectos.


Las nuevas corrientes de la historia, en un intento por interpretar los hechos del ayer de la manera más objetiva posible, se esfuerzan por rescatar la dimensión real de los acontecimientos y personajes del pasado. Así, vemos como aparecen en los escaparates de las librerías, biografías renovadas de grandes figuras de todas las épocas y entre ellas se destaca la obra “Winston Churchill, Luces y sombras de la grandeza” (Ediciones B S.A., 2006), del académico e historiador británico Geoffrey Best. Se trata de un estudio de la vida de uno de los líderes políticos mundiales más importantes del siglo XX, y que es recordado, principalmente, por haber conducido a su nación durante la Segunda Guerra Mundial.

Aprovechando la abundante información que existe sobre Churchill, y también en la posibilidad de recurrir al testimonio de muchas personas que lo conocieron personalmente, el autor se atreve a escribir una biografía en la cual aventura hipótesis novedosas, que intentan hacer luz sobre las acciones más polémicas del líder británico.

Conservador liberal

Winston Churchill nació en el seno de una familia aristocrática y pasó la mayor parte de su niñez internado en exclusivos colegios. La relación con sus padres, en esa época de su vida, fue más bien lejana, y posiblemente esa situación explica su conducta rebelde, sus bajas calificaciones y seguramente condicionó su personalidad futura.

A los 21 años, después de terminar sus estudios se unió al ejército, sirviendo en exóticos y lejanos territorios del imperio. Primero estuvo comisionado como oficial subalterno en la India y posteriormente vio acción en Sudán e intentó participar, sin éxito, en otros conflictos bélicos. Después de retirarse del ejército viajó como corresponsal de prensa a Sudáfrica, a cubrir la Segunda Guerra Boer. A pesar de ser civil, se las arregló para intervenir en combate, e incluso fue hecho prisionero. En este período de su vida, junto con servir de reportero para diferentes periódicos, comenzó a desarrollar una veta literaria, que lo llevó a publicar muchos libros, incluida sus memorias de la guerra, lo que le permitiría obtener el Premio Nobel de Literatura en el año 1953.

A su regreso desde Sudáfrica, es elegido para el parlamento y comienza así la carrera política que lo llevará a ocupar los más altos cargos del gobierno y a transformarse en el líder indiscutido, que condujo a Gran Bretaña a la victoria en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su extensa carrera de servidor público no estuvo exenta de polémica y son muchos los episodios desafortunados, que manchan el recuerdo inmaculado del estadista, e incluso cuestionan su integridad moral.

Es al análisis de estos hechos controversiales que Goeffrey Best dedica especial atención y que, considerando nuevos antecedentes, nos permiten conocer el rol que jugó Churchill en algunas acciones históricas discutibles. Entre otras, se repasan la campaña de los Dardanelos, que se transformó en desastre con miles de muertos. O la responsabilidad que tuvo, en el hundimiento del trasatlántico RMS Lusitania, el que posiblemente fue usado como señuelo para precipitar el ingreso de EEUU a la Primera Guerra Mundial.

También es interesante el hecho de que a pesar de ser una figura tan popular, aparentemente no todos comulgaban con sus ideas, ya que en varias oportunidades en que se presentó como candidato en comicios, fue derrotado en las urnas. Por otra parte resulta curioso el que en más de una ocasión compitió en las elecciones cambiando de bando político, al postular alternadamente por el partido conservador y el liberal.

Geoffrey Best, el autor de esta biografía, era aún joven en los días de la Segunda Guerra Mundial, y reconoce que en sus recuerdos adolescentes se destaca la figura idealizada de Churchill. Sin embargo, en su rol de historiador, ha comprendido que es su deber rescatar una imagen más humana y real de este importante personaje, el cual como todo ser humano, junto con reflejar luz, inevitablemente también proyectó sombras, las que a veces fueron muy oscuras.

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