2 de octubre de 2006

En elefantes hacia Roma (20 agosto 2006)

Pocos personajes históricos despiertan tanta admiración y respeto como Aníbal, el legendario general cartaginés, que puso en jaque a la mismísima ciudad eterna. Es tanta su fama, que con propiedad ocupa un lugar destacado en el olimpo reservado a los más grandes genios militares de todos los tiempos.

Por Hugo Jara Goldenberg

Publicado en el diario El Sur, el 20 de agosto de 2006.
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Quienes disfrutan de la historia antigua y de las grandes hazañas militares, evocan con admiración a Aníbal Barca, el general de Cartago, que al mando de un ejercito de más de cien mil hombres, marchó hacía la península itálica cruzando los Pinineos y los Alpes, para enfrentar a las poderosas fuerzas romanas, e inflingirles la más humillante derrota. Pero ¿quién fue realmente este personaje?, ¿cuál fue su origen?, ¿cómo fue su final?

La búsqueda de respuesta a éstas y muchas otras interrogantes no es una tarea fácil, ya que como muchas veces ocurre, el recuerdo de los grandes personajes, suele estar envuelto en una nebulosa, conformada por una mezcla de hechos reales, mitos y otras deformaciones que terminan configurando una imagen, que muchas veces está muy alejada de la realidad. Para acercarse a esa esquiva verdad es necesario profundizar en las circunstancias de los personajes del pasado, y en esa tarea parece inevitable recurrir a los áridos textos académicos oficiales. Pero existe otra alternativa, que desde hace algún tiempo se ha consolidado como una forma más entretenida de acercarse a los avatares del ayer: la novela histórica. En el caso del general cartaginés, acaba de llegar a nuestras librerías una excelente obra que nos permitirá indagar en aspectos poco conocidos de su vida. Se trata de “Aníbal, el orgullo de Cartago” (Ediciones B, 2005), de David Anthony Durham.

Nos encontramos en el año 220 A.C. y Aníbal está de campaña en Hispania, continuando la misión iniciada por su padre, Amílcar Barca. El objetivo de esta expedición es conquistar territorios; ricos en yacimientos minerales y estratégicos desde el punto de vista político y militar. La novela se inicia con el asedio y conquista de Arbocala (actual Toro de Zamora). Después de este éxito los ojos del general se dirigen a Sagunto (actual capital de la comarca de Camp de Morvedre, provincia de Valencia).

Hasta este momento Roma ha permitido que Cartago incursione en Hispania, a pesar de las prohibiciones y limitaciones que, como potencia vencedora ha impuesto al término de la primera guerra púnica. Pero cuando Aníbal amenaza a Sagunto, los romanos interviene ya que se trata de un pueblo aliado. Los cartagineses asedian y finalmente conquistan la ciudad (219 A.C.), con el claro propósito de provocar al Imperio y encender la chispa de la guerra.

Vocación de familia

El general cartaginés, con una osadía inaudita, decide realizar una guerra ofensiva y llevar el conflicto al territorio enemigo. En una travesía épica, se dirige a la península itálica por la ruta más difícil: conduce a su ejército a través de terrenos abruptos y montañas. Sufre grandes pérdidas, 70.000 de sus soldados quedan en el camino, pero llega a su destino. Durante once años hará la guerra y vencerá, una y otra vez a los romanos, siempre en inferioridad de condiciones, pero teniendo de su lado una capacidad militar inigualable, que le permite aprovechar al máximo las posibilidades tácticas y estratégicas que visualiza en cada enfrentamiento.

A través de un relato muy convincente, nos transformamos en testigos privilegiados de los hechos y circunstancias que van tejiendo la trama de este período de la historia, en donde al igual que ahora, las oscuras maquinaciones del poder político y económico, sobrepasan a los protagonistas. Lo cual, en cierta forma, explica las razones que impidieron que el gran general concretara sus muchos triunfos en una victoria definitiva sobre su eterno rival.

Y por supuesto que la historia de Aníbal, no puede ser contada sin considerar a su familia: los Barca (que significa rayo en lengua púnica). Esta dinastía militar fue instaurada por Amílcar y continuada por sus cuatro hijos, todos quienes tienen un lugar destacado en el relato. Del mismo modo, podemos conocer en detalle la evolución del pensamiento militar del joven cónsul romano Publio Cornelio Escipión quien, cual aventajado discípulo, fue aprendiendo de la estrategia militar de Aníbal, y terminó derrotándolo en su propio territorio.

En la parte final del libro, se incluye una relación histórica de lo que sucedió con el general, después de su derrota definitiva. Aunque Cartago se pudo recuperar y Aníbal ejerció el poder durante algunos años, fue obligado a huir, sirvió como mercenario a otros reinos y terminó suicidándose, siendo ya un anciano.

Un aspecto destacado del libro, que para algunos puede ser sólo un detalle, es la presencia de un mapa que permite relacionar a la cartografía fenicia de la época, con los pueblos y ciudades actuales, lo cual nos da la posibilidad de comprender mejor el curso de los acontecimientos bélicos. También se agradece la referencia bibliografía utilizada por el autor, la cual constituye una excelente guía para profundizar en el tema.

El autor concluye recordándonos que su obra no es más que una novela, en la que abundan las situaciones de ficción, las cuales aportan el suspenso y la emoción requeridos por este género literario. Pero el hilo conductor es fiel a los acontecimientos del pasado, lo que permite al lector acceder de manera entretenida a este interesante período de la Historia Universal.

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