24 de enero de 2012

La sonda Vogager y los murmullos del planeta Tierra

Imagen artística sonda Vogager (NASA)
                                                       
Por Hugo Jara Goldenberg


El pasado 20 de diciembre se cumplieron 15 años de la muerte de Carl Sagan (1934-1996), el recordado astrónomo y divulgador científico que dedicó su vida a transmitir el conocimiento especializado al ciudadano común. Aunque oficialmente era astrónomo, su atención se proyectaba a diferentes ámbitos del saber, lo que le permitía incursionar con conocimiento experto en variadas disciplinas.
Un área en la que participó activamente fue en la Astronáutica. Trabajó como asesor científico para la Nasa e instruyó a los astronautas de las misiones Apolo en temas astronómicos. También colaboró en la preparación de misiones no tripuladas para explorar el Sistema Solar exterior y entre ellas se destaca su aporte en el diseño de las naves Pioneer y Vogager, las cuales fueron construidas en la década de los 70 del siglo pasado.

En aquellos años, después de la llegada a la Luna y del término del proyecto Apolo, la Nasa decidió comenzar a explorar la zona externa del Sistema Solar, en particular se programó visitar a los planetas gigantes gaseosos Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Ante la imposibilidad de enviar seres humanos, se comenzaron a planificar misiones no tripuladas (sondas robóticas), similares a las que ya habían explorado con gran éxito la Luna y estudiado a los planetas Venus y Marte.
Carl Sagan participó en estos proyectos como astrónomo planetario, es decir como experto en el Sistema Solar, y en esa condición debía asesorar en aspectos tales como definición de estándares técnicos de las naves, construcción de instrumentos,  diseño de experimentos, etc. Se lanzaron cuatro misiones, la Pioneer 10 (1972), Pioneer 11 (1973), Vogager 1 (1977)  y Vogager 2 (1977). El objetivo de todas ellas fue estudiar en sobrevuelo a los planetas gaseosos gigantes, y después de cumplida su tarea debían continuar viajando  hasta abandonar el Sistema Solar y adentrarse en el Espacio interestelar.

Aprovechando esta situación, y considerando la posibilidad (aunque muy remota) de que dichas naves, en un futuro lejano, pudieran ser interceptadas por alguna civilización extraterrestre, es que se sugirió enviar en ellas algún mensaje para aquellos eventuales seres inteligentes. Carl Sagan junto al astrónomo Frank Drake y otros especialistas diseñaron un mensaje dispuesto en una placa de oro que incluye dibujos que permitirían identificar la procedencia de las naves y la existencia de los seres inteligentes (humanos) que las crearon. Esta placa fue adosada a las naves Pioneer 10 y Pioneer 11, y actualmente después de casi cuarenta años de viaje se encuentran ya en la frontera del Sistema Solar.

Placa de oro a bordo de las naves Pionner (NASA)

Las naves Vogager
Después del éxito de las naves Pioneer, le correspondió el turno a la siguiente generación de sondas robots: Las Vogeger, que iniciaron su misión en el año 1977. Al igual que sus antecesoras, se trataba de dos naves gemelas que deberían continuar con la exploración de los planetas gaseosos, y después de cumplida su misión correrían igual suerte que aquellas, es decir quedarían a la deriva en un viaje sin fin  hacia las estrellas.
Los responsables de proyecto propusieron a Carl Sagan incluir en estas naves un mensaje más elaborado que la placa de oro que iba en las Pioneer, que considerara además sonidos y fotografías. Con menos de un año de plazo Sagan y su equipo de colaboradores aceptaron el desafío y sin perder tiempo pusieron manos a la obra.
En esa época la tecnología de punta que se utilizaba para registrar el sonido era la cinta magnética, pero obviamente por sus características de fragilidad y alta sensibilidad a los campos magnéticos, no era aplicable para estos mensajes que debían viajar durante cientos de miles de años y en un ambiente hostil. Se decidió entonces utilizar un disco fonográfico, construido de cobre y recubierto de oro para asegurar la resistencia de los surcos. El disco fue diseñado para reproducir a la mitad de velocidad que los clásicos LP de 33 RPM, y con capacidad de unos 90 minutos de sonidos y de algunas imágenes. La idea era confeccionar una suerte de enciclopedia que resumiera la historia de la humanidad.
Dada la limitada capacidad de almacenamiento fue necesario seleccionar con especial cuidado aquellos sonidos e imágenes que mejor representaran al planeta Tierra y a la especie humana. El trabajo no fue fácil y finalmente se eligieron fragmentos de piezas clásicas como la Quinta Sinfonía de Beethoven y el primer movimiento del Concierto Brandenburgues N° 2 de Bach, entre otras.  Música popular, folclórica y étnica de diversos países y culturas. También se incluyeron sonidos de la naturaleza, como el canto de una ballena, el ladrido de perros, la caída de la lluvia y el silbar del viento.  El saludo (hola) en 50 idiomas, y un mensaje del entonces Secretario General de las Naciones Unidas. Se agregaron también 150 fotografías y láminas de variados temas.
En el equipo que preparó el disco de las Vogager estaba Ann Druyan, quien llegaría a ser esposa de Sagan. Después de cumplida su misión y ya casados, escribieron juntos el libro “Murmullos de la Tierra” en el cual detallan los pormenores de la preparación del disco. De su relato nos enteramos que también se decidió incluir en el disco la grabación de las ondas cerebrales de Ann Druyan, para que se pudiera conocer, eventualmente, la estructura del pensamiento y también de los sentimientos humanos.
El disco está cubierto por una tapa metálica en donde aparecen las instrucciones para su lectura, como por ejemplo la posición correcta de la aguja, la sincronización de las imágenes, la forma de reconstruir las imágenes a partir de las señales grabadas y la interpretación de las ondas de sonido. La aguja, que es el elemento clave para la lectura, va dispuesto en un depósito especial.

Cobierta protectora del disco con instrucciones (NASA)



Disco con los susurros del planeta Tierra (NASA)

En los límites del Sistema Solar
En una afortunada coincidencia, a principios de diciembre pasado, el mes en que se recordaron los 15 años de la partida de Carl Sagan, la Nasa anunció que la Vogager 1, después de más de 34 años de viaje por el Espacio está finalmente alcanzando los límites del Sistema Solar, y continúa realizando descubrimientos sorprendentes, como que la interacción entre el, a esa distancia, debilitado viento solar y los rayos cósmicos que proceden del Espacio interestelar genera una corriente en sentido inverso, que ha hecho que en ese lugar el “viento” sople en contra del avance de la nave.
Esta información es muy valiosa y permite confrontar y mejorar nuestros modelos acerca de la morfología del Sistema Solar. Se espera que la Vogager I continúe enviando datos por vario años más, por lo menos hasta el 2020. Esto va a depender de la duración de su fuente de energía, la cual a través de la desintegración de cápsulas de plutonio, produce calor que es transformado en electricidad. Muchos de los instrumentos iniciales se han ido apagando de manera programada, a fin de aprovechar y optimizar el uso de la energía.
En estos momentos, la Vogager 1 está a punto de abandonar el Sistema Solar, y cuando la haga será el primer artefacto construido por la especie humana que se adentre en el espacio interestelar. Su rumbo apunta hacia la constelación Ofiuco y aun considerando que se desplaza a una velocidad de 17 kilómetros por segundo (61200 km/h), le tomará centenes de miles de años en aproximarse a la primera estrella que está en esa dirección. Y si por casualidad seres pensantes la interceptan, encontrarán en ella imágenes y sonidos de un planeta lejano, en el cual pudo surgir y prosperar la vida y evolucionar seres inteligentes que fueron capaces de desarrollar la tecnología necesaria para enviar un mensaje hacía el Espacio profundo. Si es que este “mensaje en una botella cósmico” es encontrado algún día, lo más probable es que la especie y la civilización que lo envió ya no exista, y sólo quedaran de nosotros esos “murmullos” que flotan hacia la eternidad en un anticuado disco fonográfico metálico.

3 comentarios:

Yorly dijo...

Interesante el artículo.Ojalá alguien encuentre estos murmullos algún día.

Jordi dijo...

Muy interesante!

Alguien sabe si el libro que publicaron también incluía un CD?

Jordi dijo...

Muy interesante!

Alguien sabe si en el libre que publicaron también incluían un CD?

Muchas gracias!