Durante el siglo pasado se
desarrollaron dos grandes guerras que involucraron a tal cantidad de naciones,
que han sido bautizadas como la Primera
y Segunda Guerras Mundiales. Chile, debido a su lejanía de los grandes centros
políticos y económicos de entonces no participó directamente en esos
conflictos, sin embargo, aunque para muchas personas pueda resultar sorprendente, frente a nuestras
costas se desarrolló un dramático enfrentamiento naval entre navíos británicos y alemanes, el que la historia recuerda como la
Batalla de Coronel, librada el 1 de noviembre de 1914, a 40 millas de la costa,
en aguas territoriales chilenas, frente a la ciudad de Coronel.
A
principios del siglo XX, tanto Alemania como el Reino Unido constituían
imperios con amplios dominios en ultramar y para resguardar sus posesiones e
intereses disponían de imponentes flotas navales, por lo que al estallar la
guerra, y en su condición de enemigos, era inevitable que se enfrentaran.
El
Imperio Británico tenía dividida a su Gran Flota en Escuadrones, cada uno con
completa capacidad operativa. En particular, el Cuarto Escuadrón de Cruceros,
que estaba encargado de proteger las rutas entre Sudamérica y las Islas
británicas, operaba desde la Base Naval de las Islas Falklands (Malvinas). Pero a pesar de
la importancia estratégica de esta zona, la conformación de esta fuerza naval
era considerada de segundo orden, ya que disponía de navíos antiguos y sus
tripulantes eran en su mayoría jóvenes reservistas.
Este Escuadrón estaba al mando del Contraalmirante Sir Chistopher George Cradock.
El
Imperio Alemán en tanto, también necesitaba proteger sus amplios territorios y
para resguardar sus posesiones en el Lejano Oriente, disponía de una importante
fuerza de combate que operaba desde la Base Naval de Tsing-Tao (actual Qingdao, en China), comandada por el Vicealmirante Maximiliam Graf Von Spee. Pero,
a diferencia del Cuarto Escuadrón de Cruceros británico, la Flota alemana del Lejano Oriente estaba
conformada por barcos de primera línea y sus tripulantes eran casi todos marineros
de carrera, con amplia experiencia en el servicio naval.
La Gran Guerra
Al
comenzar la Gran Guerra el 28 de julio de 1914 (posteriormente fue denominada
Primera Guerra Mundial), las potencias involucradas de inmediato movilizaron a sus fuerzas para
la acción.
El
almirantazgo británico dispuso de recursos para bloquear a las naves alemanas.
Lo que logró en el Mar del Norte y también en el Mar Mediterráneo, sin embargo
la situación fue distinta con la flota alemana apostada en el Este Asiático, de
la cual se tenían noticias que indicaban que había abandonado su base y navegaba
hacia las costas de América del Sur. Si las naves alemanas no eran neutralizadas,
se ponía en riesgo no sólo la navegación en el Pacífico Sur, sino que la amenaza se proyectaba también sobre la Base
Naval de las Falklands, y si ella caía, quedaría también desprotegida la
estratégica zona del Atlántico Sur.
Dada
esta crítica situación, se le ordenó al Contraalmirante
Cradock, impedir el acceso de los alemanes al Océano Atlántico. Para ello la
Escuadra Británica debía cruzar el Cabo de Hornos y esperar, frente a las
costas chilenas, a la formación germana.
La Cuarta Escuadra de Cruceros británica
estaba compuesta por dos cruceros acorazados (HMS Good Hope y HMS Monmouth), un
crucero liviano (HMS Glasgow) y un lento mercante convertido a navío de guerra
(HMS Otranto). Posteriormente se les unió un viejo crucero a punto de ser dado
de baja (HMS Canopus). Todos los barcos británicos eran antiguos y poseían una
obra muerta (estructura sobre la línea de flotación) muy baja, lo cual impedía
utilizar las baterías de cubierta en caso de mar gruesa.
El
Contralmirante Cradock, consiente de lo limitado de sus fuerzas, y conocedor
del poder de la formación alemana, solicitó al alto mando refuerzos, pero la
respuesta fue negativa y se le señaló de manera perentoria: “Con lo que tiene
es suficiente para detener al enemigo”.
El
Vicealmirante Von Spee, en tanto, al iniciarse las hostilidades recibió la
orden de abandonar la Base Naval de Tsing-Tao, y dirigirse a Alemania. La ruta
más segura era navegar por el Pacífico Sur y cruzar hacia el Océano Atlántico
por el Cabo de Hornos. De inmediato la flota germana se adentró en el Océano
Pacífico y sobre la marcha se debían incorporar a la formación naval, los
Cruceros livianos Dresden y Leipzig, que al momento del inicio de guerra se
encontraban comisionados en las costas mexicanas del Atlántico y del Pacífico
apoyando a los intereses alemanes, que sufrían los avatares de la Revolución
Mexicana.
El
punto de encuentro fue la Isla de Pascua. El Dresden bajó por la costa
Atlántica, cruzando al Pacífico vía Cabo de Hornos y luego subió al lugar del
encuentro, al cual arribó en la madrugada del 12 de octubre de 1914. El Leipzig, en tanto descendió por la costa
del Pacífico y arribó al punto de reunión el 14 de octubre. Las naves recién
llegadas llevaron noticias sobre las naves adversarias, en especial el Dresden,
que debió navegar en las barbas del enemigo, informó que varios cruceros
ingleses ya habían cruzado el Cabo de Hornos y los esperaban para cerrarles el
paso.
Asi, la
formación alemana quedó conformada por dos Cruceros pesados (S.M.S.Scharnhorst y S.M.S. Gneisenau) y tres cruceros livianos (S.M.S. Leipzig,
S.M.S. Nüremberg y S.M.S. Dresden). Se
trataba de naves modernas, fuertemente armadas y con capacidad para navegar y
maniobrar con facilidad en cualquier condición de mar.
Ambos
comandantes sabían lo que pretendía hacer su rival, y conocían muy bien la
correlación de fuerzas. Von Spee y Cradock
comprendieron que el encuentro entre sus escuadras era inevitable, lo que no
sabían era cuándo y dónde se produciría el enfrentamiento.
Se prepara la Batalla
Durante
la tercera semana de octubre, la flota británica estableció su base de
operaciones en la bahía Vallenar, ubicada en el archipiélago de los Chonos en
la Zona de los Canales del sur de Chile. Los barcos de la flota iban y venían cumpliendo misiones de patrulla y
aprovisionamiento, recalando en diversos puertos chilenos. El día 27 de octubre
se ordenó al Crucero ligero Glasgow dirigirse al Puerto de Coronel, para hacer
carbón y enviar telegramas.
Al
mismo tiempo, los alemanes en su intento por avanzar al Sur sin ser
descubiertos establecieron un estricto silencio radial. Sin embargo el Leipzig,
desde el día 29 de octubre intentaba insistentemente comunicarse radialmente
con algún barco, lo cual fue de inmediato captado por los ingleses, quienes
creyeron, al ser el único navío alemán que se escuchaba, que se encontraba
aislado de su flota. Posiblemente este fue un ardid ideado por los alemanes.
Los germanos también se enteraron, a través de redes de informantes, de que el
Glasgow se encontraba solo en Coronel.
Así
las cosas, los alemanes pusieron proa al Sur para destruir al Glasgow,
esperándolo a su salida de Coronel. Al
mismo tiempo los ingleses tomaron rumbo Norte para atrapar al supuestamente
solitario Leipzig. Ambas flotas
navegaron confiadas en que se dirigían a
la caza de un solitario enemigo, por lo que la sorpresa fue completa cuando se
encontraron a la cuadra de la Isla Santa María, que queda ubicada a 30 km frente al
Puerto de Coronel.
La batalla
El
1 de noviembre de 1914, los ingleses se
reunieron frente al Golfo de Arauco y en formación de abanico se dirigieron a la cacería de su solitaria
presa. Al
mismo tiempo, la formación alemana, encabezada por el Crucero Scharnhorst, de
dirigió al Sur navegando en fila, con la costa a la vista, en busca del Glasgow.
El
avistamiento entre las flotas se produjó
a las 17:00 hora local. Al inicio del combate las fuerzas alemanas se
encontraban entre la costa y la flota inglesa, por lo que el Contraalmirante
Cradock estaba consciente de la ventaja táctica que significaba enfrentar al
enemigo con el Sol ligeramente alto a su espalda. Los artilleros alemanes se
encandilarían al apuntar sus cañones sobre los barcos enemigos recortados sobre
el horizonte iluminado por el Sol.
Sin
embargo la maniobra no resultó exitosa debido a la lentitud del Otranto, y
al embravecido mar que a esas horas de la tarde, sufría los rigores de los fuertes
vientos del Sur que alcanzaban velocidades de cuarenta nudos, y que
imposibilitaba operar las baterías de los barcos ingleses. De esta forma, con
el paso de los minutos la ventaja táctica que significaba la posición del Sol
cambia de bando. Ahora, ya con el astro Rey bajo en el horizonte, son los
barcos alemanes los que tienen la ventaja, al camuflarse con la oscuridad de la
costa, y observar a los navíos ingleses recortarse inconfundibles sobre el tenuemente
iluminado horizonte Oeste.
A
las 8:00 pm, el Sol estaba ya en el ocaso, y le siguió un lento crepúsculo
vespertino que maximizó las posibilidades de los artilleros alemanes, los
cuales cumplieron su tarea y con certeros tiros comenzaron a aniquilar a los
dos principales barcos ingleses. Así, Los Cruceros pesados Good Hope y Monmouth sufrieron importantes daños y fueron perdiendo gradualmente su
capacidad de respuesta, pero resistieron.
EL
Contraalmirante Cradock a pesar de los daños sufridos, estaba decidido a vender
cara su derrota y confió en aguantar y esperar la llegada de la noche, para
recibir la ayuda de la Luna que debía asomar, ya en menguante, sobre el
horizonte Este, para iluminar al enemigo, y así poder continuar disparando con
los escasos medios que le quedaban.
Pero el milagro no se produjo y a las 20:57 una certera andanada explotó en
cubierta y provocó la destrucción de la nave insignia Good Hope, la cual se
hundió rápidamente con toda su tripulación, incluido el Contraalmirante
Cradock. No hubo sobrevivientes.
Llegada la noche, y con la Luna despareciendo a ratos entre las nubes, la
oscuridad era total. Para mala suerte de los ingleses, el maltrecho
Monmouth fue ubicado por el Crucero
Nüremberg, el cual por venir cerrando la formación alemana no había tenido la
oportunidad de participar directamente en el combate. El Crucero alemán enfrentó
al navío británico y lo conminó a rendirse, al no tener respuesta procedió a dispararle hasta su hundimiento,
que se produjo a las 21:55 con la
tripulación completa, tampoco hubo sobrevivientes.
Ya
entrada la noche el resto de la formación británica logró escapar. Como
resultado del combate los ingleses perdieron a dos Cruceros acorazados, y
murieron 1654 marineros. Los alemanes solo tuvieron 3 heridos.
Habitantes
de los pueblos y ciudades emplazadas en la zona costera del Golfo de Arauco,
fueron testigos lejanos del enfrentamiento. El ruido sordo y apagado por la
distancia de los cañonazos y el resplandor de los disparos e incendios que iluminaba
el horizonte, hizo que muchos subieron a los cerros para intentar observar la
tragedia que se consumaba a lo lejos, pero sin saber a ciencia cierta de qué se
trataba.
El día después
La
noticia del combate se propagó rápidamente y el impacto entre los beligerantes
no se hizo esperar. Los vencedores del combate se dirigieron hacia el Puerto de
Valparaíso, en donde fueron recibidos triunfalmente por la comunidad alemana
residente. Después de un breve descanso, limitado al tiempo que los protocolos de
neutralidad permitían, la flota alemana se hizo a la mar, reanudando su viaje
de regreso a la patria.
Los
ingleses por su parte, sintieron profundamente la derrota. De inmediato reorganizaron sus
fuerzas y dispusieron de una Escuadra que
esperó a los alemanes en la entrada al
océano atlántico. Así, un poco más de un mes después, el 8 de diciembre de
1914, los ingleses cobraron venganza destruyendo a la formación alemana, en la
Batalla de las Falklands. La Flota
alemana fue barrida, pereciendo en combate el
Vicealmirante Maximiliam Graf Von Spee.
Sólo
sobrevivió el Dresden, el cual después de un largo periplo por las costas
de nuestro país, fue finalmente acorralado por naves británicas, y hundido por
su propia tripulación en la bahía Cumberland, en la Isla de Juan Fernández, el
14 de marzo de 1915.
Homenaje personal
En
la época en que mantenía vigente mi licencia de piloto, me correspondía con
frecuencia realizar vuelos a las islas Mocha y Santa María. Mi rutina para volar hacia esos destinos era realizar el
cruce a una altitud suficiente para, en el caso de sufrir una falla de motor,
poder acercarme en planeo a la costa más
cercana. Eso me obligaba a montar (ascender) hasta una altitud de 6500 pies
(aprox. 2000 m) para realizar el cruce con seguridad. Cuando iniciaba el vuelo
desde el continente alcanzaba dicha altitud prolongando la montada después del
despegue.
Sin embargo, cuando retornaba debía montar en espiral hasta alcanzar la altitud de cruce, y cuando volvía desde la Isla Santa María efectuaba esa maniobra en la zona Oeste de la isla, es decir frente al océano. Elegía ese lugar porque sabía que ahí se había desarrollado la Batalla de Coronel. Mientras ascendía observaba el majestuoso y, a esa altitud, tranquilo océano, y recordaba con emoción que en el pasado se había desarrollado, en ese mismo lugar, un cruento encuentro naval, y bajos esas aguas de color azul profundo yacían los restos de dos navíos británicos y las almas de más de 1600 marinos que, en una zona remota del mundo, entregaron la vida por su patria.
Sin embargo, cuando retornaba debía montar en espiral hasta alcanzar la altitud de cruce, y cuando volvía desde la Isla Santa María efectuaba esa maniobra en la zona Oeste de la isla, es decir frente al océano. Elegía ese lugar porque sabía que ahí se había desarrollado la Batalla de Coronel. Mientras ascendía observaba el majestuoso y, a esa altitud, tranquilo océano, y recordaba con emoción que en el pasado se había desarrollado, en ese mismo lugar, un cruento encuentro naval, y bajos esas aguas de color azul profundo yacían los restos de dos navíos británicos y las almas de más de 1600 marinos que, en una zona remota del mundo, entregaron la vida por su patria.
Monolito que recuerda la Batalla de Coronel en la Plaza de esa ciudad
NOTA: Hay que
considerar que en esa época no existía el cambio de horario, por lo cual las
horas locales señaladas en este relato corresponden al horario de
verano en Chile (GMT -3). Es importante aclarar esto ya que si se consultan otras fuentes, los hechos aparecen
con una hora de diferencia por no considerar este cambio horario. El indicar
correctamente las horas es relevante porque un elemento clave en el
desarrollo del combate fue la posición del Sol, a esas horas, ya cayendo sobre el horizonte.
Fuentes Bibliográficas
"Tras
la estela del Dresden"; María Teresa Parker; Ediciones Tusitala; 1987
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