7 de noviembre de 2018

Lise Meitner y la injusticia de un Premio Nobel



Lise Meitner fue una física austríaca que codescubrió  el fenómeno la fisión nuclear, y a la cual por su condición de mujer se le privó del Premio Nobel de Química del año 1944, el que fue otorgado en solitario a su compañero de investigación Otto Hahn.
Por Hugo Jara Goldenberg
 
Lise Meitner, nació en Viena el 7 de noviembre de 1878, cuando esa ciudad era la capital del Imperio Austrohúngaro. Provenía de una familia de ascendencia judía y fue la tercera de ocho hermanos. Desde pequeña se sintió atraída por la ciencia, pero en aquella época las mujeres tenían prohibido el acceso a la educación superior, por lo que debió sortear innumerables barreras para poder ingresar a la Universidad.

A los 23 años inicia sus estudios física en la Universidad de Viena, en donde tiene la fortuna de asistir a las clases de Ludwig Boltzmann (1844-1906). La influencia de este gran físico no hace más que confirmar su amor por la ciencia y reafirma su convicción de dedicar la vida al estudio de la naturaleza. Pero no está segura si por su género podrá ejercer como científica, por lo que en paralelo estudia pedagogía.

En el año 1906, obtiene su doctorado en física, convirtiéndose en la primera mujer en alcanzar ese grado académico en dicha casa de estudios y de inmediato centra su atención en la radiación, una forma de transmisión de energía que estaba revolucionando a la física de principios del siglo XX. Con el objetivo de profundizar los estudios en esa novel disciplina, decide mudarse a Berlín para especializarse asistiendo a las clases del físico teórico Max Planck (1858-1947), considerado el padre de teoría cuántica.

Planck, al principio reacio a la idea de que las mujeres asistieran a la Universidad, termina aceptándola y la trata de forma paternal, incorporándola a su círculo más íntimo. Lise  es invitada a reuniones sociales en donde comparte veladas con conspicuos personajes del ámbito intelectual y académico. En uno de esos encuentros conoce al químico Otto Hahn (1879-1968), un joven que había obtenido su doctorado en la Universidad de Marburgo en 1901 y quien la invita a trabajar en sus investigaciones sobre la radioactividad

Acepta la oferta, pero debe laborar en el sótano del edificio, ya que en el Laboratorio no se admitían mujeres, y no recibía sueldo, por lo que sobrevivía con el dinero que le enviaba su familia y haciendo clases particulares. Afortunadamente en el año 1912 es invitada a formar parte del Instituto de Química Kaiser Guillermo, en donde ocupa el cargo remunerado de “física invitada” y con el paso del tiempo dispondrá de su propio laboratorio y se transformará en catedrática de física nuclear de la institución.

La asociación científica con Hahn durará 30 años, y producto de ella surge una serie de descubrimientos que son publicados en las principales revistas científicas. Entre ellos se destaca el hallazgo de un nuevo elemento químico, el protactanio, de número atómico 91, logro que hacen público en el año 1918.

Toda esta fecunda actividad científica le reporta un gran prestigio, y durante las siguientes décadas consolida su posición de investigadora y académica. El Instituto de Química adquiere fama mundial, transformándose en un referente en la disciplina. Pero en esos mismos años Alemania vive una época de gran efervescencia social y política, y en al año 1933 accede al poder el partido Nacional Socialista.  El régimen nazi, con su política antijudía, alterará dramáticamente su apacible vida científica y docente. 
 
El átomo de uranio
Durante la primera mitad de la década del 30, el investigador italiano Enrico Fermi (1901-1954) lidera en Roma una investigación que consiste en bombardear con neutrones, diferentes átomos, y en especial átomos pesados como el uranio. El resultado de sus experimentos desafía al conocimiento de la época, que aseguraba que el núcleo del átomo era indestructible, por lo cual se esperaba que al bombardearlo con neutrones, los elementos pesados darían lugar a nuevos elementos pesados. Incluso Fermi, anunció en algún momento la creación de elementos transuránicos, pero resultó no ser cierto. Lo que en realidad ocurría era algo extraño, cuando se analizaban los restos de las reacciones, aparecían trazas de elementos más livianos, en especial bario.

En Alemania, en el laboratorio Kaiser Guillermo, Otto Hahn, Lise Meitner y el joven doctor en química Frizt Strassmann (1901-1980), reproducen los experimentos del grupo de Roma, y se enfrentan a las mismas incógnitas. También en Francia, un equipo liderado por Irene Curie (1897-1956) y su colaborador Paul Savitch está investigando el fenómeno. Los tres grupos de investigación se encuentran en un callejón, aparentemente sin salida.

Pero llega el año 1938 y la posición de Lise se hace insostenible en Alemania. La política antisemita del régimen nazi ha puesto sus ojos en ella y debe huir con lo puesto. En el mes de julio de ese año, con la ayuda de algunos de sus amigos científicos logra escapar, apenas con un par de maletas. Se dirige primero a Holanda y posteriormente a Suecia, estableciéndose en Estocolmo, abandonando así todo lo que hasta ese momento era su vida.

Sin embargo, a pesar de la lejanía del laboratorio, continúa en contacto con sus compañeros. Después de todo la correspondencia por correo es de un día para otro. Y así, se entera de que los experimentos, repetidos una y otra vez, arrojan los mismos resultados: al bombardear átomos de uranio, se generan secuencias de emisión de radioactividad y finalmente aparecen trazas de elementos más livianos.
 
La fisión nuclear
Lise, ya no está en su laboratorio, pero continúa “trabajando” a la distancia y su mente no descansa. En la navidad de 1938, cuando daba un paseo por la nieve, acompañado de su sobrino Otto Robert Frisch (1904-1979), también físico, se produce el eureka. La explicación es simple, lo que ocurre es que cuando el neutrón impacta al núcleo de uranio éste se divide en dos átomos más livianos, en este caso átomos de bario y kriptón.


Pero el asunto no queda ahí, sucede que al sumar la masa de los átomos resultantes, ésta es ligeramente menor que la del átomo original. ¿Y qué pasa con la masa faltante?, pues esa masa no se pierde, sino que se transforma en energía, y aplicando la ecuación de Albert Einstein e=m*c2, se determina que esa pequeñísima masa faltante, se transforma en una ingente cantidad de energía. Lise y su sobrino, eufóricos bautizaron al fenómeno como fisión, tomando el nombre de la biología que denomina así, a la división celular que se produce en la reproducción asexuada de ciertos organismos inferiores.

En enero de 1939 Otto Hahn y Frizt Strassmann publican en la revista Naturwissenschaften el resultado de su experimento. En él se explica desde un punto de vista químico como al bombardear con neutrones el núcleo de uranio, éste se rompe en dos partes formando elementos más livianos, como el bario y el kriptón. Este artículo también debió ser firmado por Lise, pero Hahn omitió su nombre por temor a que se descubriera que había continuado colaborando con una judía prófuga.

Algunas semanas después Lisa Meitner y Otto Frisch publicaron en la revista Nature la interpretación física del fenómeno en un artículo titulado “Desintegración de uranio por neutrones: un nuevo tipo de reacción nuclear”.

La trascendencia de este descubrimiento remeció al mundo científico, pero también abrió el apetito de los políticos y militares. El mundo estaba a las puertas de una guerra y de inmediato se vislumbró el uso destructivo de la energía contenida en el corazón de la materia. Y efectivamente así ocurrió, durante los años siguientes se desarrolló, a partir de este descubrimiento, la bomba atómica.

Se materializa la injusticia
Mirado en retrospectiva, el descubrimiento de la fisión nuclear  fue el producto de un trabajo colaborativo de muchos años, al cual aportaron de igual a igual Lise Meitner, Otto Hahn y Frizt Strassmann, y por supuesto sin olvidar la contribución de los grupos de Roma y Paris. Sin embargo, las circunstancias se confabularon para que se produjera la injusticia de dejar a Lise fuera del reconocimiento oficial. Cuando el comité de los Premios Nobel decidió reconocer el descubrimiento de la fisión del uranio, se consideró el nombre de Lise, pero finalmente se descartó porque se argumentó que su huida de la Alemania nazi, ocurrida meses antes de los experimentos cruciales, la dejó fuera del hallazgo. Pero, algunos protagonistas (principalmente Strassmann) coinciden en que ella, a pesar de la lejanía, estuvo en contacto permanente con sus compañeros, y no sólo recibiendo reportes de lo que ocurría, sino opinando y sugiriendo cursos de acción.


Sin embargo Hahn, en un actuar injusto, minimizó el trabajo de su compañera, ya que oficialmente señaló que el descubrimiento fue solo producto de experimentos químicos, y que el aporte de Meitner se limitó a dar una explicación física al fenómeno. El comité de los Nobel también descartó a Strassmann, ya que por su juventud sólo se le reconoció un rol de ayudante. Así, el premio Nobel de Química del año 1944, por el descubrimiento de la fisión nuclear, se le entregó en solitario a Otto Hahn. Lise Meitner siempre pensó que está injusticia de fundó en su raza y en el hecho de ser mujer.

Reivindicación.
A pesar de no ganar el premio Nobel, Lise se transformó un personaje querido y popular. Viajó por el mundo dando clases y conferencias, abogando siempre por el uso pacífico de la energía nuclear. Y los reconocimientos oficiales comenzaron a llegar. En 1949 recibió en Alemania la Medalla Max Planck, por su trabajo en la fisión nuclear. Este premio lo recibió junto con Hahn y Strassmann. Posteriormente en el año 1966, ya en el ocaso de vida, obtiene en EEUU el Premio Enrico Fermi, nuevamente compartido con sus antiguos colegas Hahn y Strassmann.

Ya en sus años finales se radica Inglaterra, en donde vive al cuidado de su sobrino Otto Frisch. Fallece el día 27 de octubre de 1968, cuando le faltaban sólo días para cumplir 90 años. Fue sepultada en Bramley (Hampshire) y en su lápida su sobrino grabó el epitafio “Lise Meitner: una física que nunca perdió su humanidad”.

Homenaje póstumo
Con el paso del tiempo su imagen se ha ido desvaneciendo, y actualmente sólo los conocedores de la historia de la ciencia la recuerdan. Pero algunos importantes reconocimientos llegaron después de su muerte. En 1997 se bautizó en su honor al elemento 109 de la Tabla Periódica, el meitnerio. También su recuerdo está en los cielos: con su nombre fueron bautizados un cráter en el planeta Venus, un cráter en la Luna y un asteroide del cinturón principal.

Vaya un sentido homenaje a un ser humano excepcional que a su extraordinario talento intelectual, acompañó siempre una gran humildad, lo que le ayudó a soportar con estoicismo los muchos agravios e injusticias que recibió en vida, tanto por motivos raciales como por el ser mujer.

 
Referencias bibliográficas:

Biografía de la Física; George Gamov; Alianza Editorial (2010)

Historia de las Ciencias vol.2; Stephen F. Mason; Alianza Editorial (2012)

Ideas Revolucionarias en la ciencia vol. 3; Desiderio Papp; Editorial Universitaria (1977)

Meitner: La fisión nuclear; Roger Corcho Orrit; Serie grandes ideas de la ciencia; (2013)

Lise Meitner y el descubrimiento de la fisión nuclear; Ruth Lewin Sime; Revista Investigación y Ciencia; marzo de 1998.

 

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