Por Hugo Jara Goldenberg
Dentro de la lista de los escritores de ciencia ficción más
reconocidos y recordados, sin lugar a dudas que un puesto destacado lo ocupa Julio Verne (1828-1905), quien en sus novelas
fue capaz de anticipar innumerables adelantos tecnológicos, impensados para su
época. Para muchos, él fue un iniciado con
poderes ocultos que, por medio de la capacidad de la profecía, pudo anticiparse
a su tiempo, describiendo con sorprendente precisión una infinidad de inventos que posteriormente se transformarían en
realidad.
Sin embargo, la explicación a su
poder premonitorio no está en un supuesto “don sobrenatural” adivinatorio, sino que en
el profundo conocimiento que tenía de la ciencia y tecnología de su época, el
que complementado con una gran capacidad literaria, y con las dosis justas de
intuición e imaginación, le permitieron proponer muchos escenarios que el
futuro vería convertidos en realidad.
La mejor prueba de que el “poder
adivinatorio” de Julio Verne se basaba en la comprensión que tenía de la ciencia de su
tiempo, está en el hecho de que cometió también grandes errores. Y aunque esto pueda parecer contradictorio se
explica perfectamente porque la ciencia a pesar de su gran poder es, por su
condición de creación humana, siempre perfectible; por lo cual en su avance y
desarrollo, va mejorando la comprensión
de algunos fenómenos naturales entendidos erróneamente.
Un ejemplo de esta situación lo vemos en su
novela “De la Tierra a la Luna” escrito en el año 1865, y en la cual se
describe con gran realismo un viaje a nuestro satélite natural. Muchos destacan algunas
coincidencias que se dan entre lo que se describe en la novela y el primer
viaje del Hombre a la Luna en la nave Apollo 11, realizado en julio de 1969. Entre estos aciertos sorprendentes
se mencionan:
·
País que emprende la misión: EEUU
·
Lugar de lanzamiento: Muy cerca de la base Cabo
Kennedy, en Florida.
·
Cantidad de tripulantes: 3
·
Duración del vuelo
Al analizar estas coincidencias, vemos
que ellas se pueden explicar perfectamente. De partida, aunque en esa época
EEUU no era la principal potencia mundial que es ahora, si se vislumbraba que
avanzaba a paso raudo hacia esa condición, por lo que no es de extrañar que
Verne ubicara en ese lugar la aventura. También el autor sabía que el lugar más
indicado para lanzar un artefacto al espacio, debía estar ubicado cerca del Ecuador,
ya que desde ahí se aprovecha la mayor velocidad tangencial asociada a la rotación de la Tierra, y el lugar más
cercano al Ecuador de EEUU está justamente en la península de Florida. Con
respecto al número de tripulantes y duración del viaje se trata de similitudes esperables por la naturaleza del viaje.
El gran error.
Sin embargo, a pesar de todas
estas coincidencias, Verne cometió un error tan garrafal, que por sí solo echa
por tierra cualquier intento por atribuirle poderes ocultos y adivinatorios. El
yerro consistió en utilizar como medio de lanzamiento, de la nave que viaja a
la Luna, un gran cañón, en lugar de emplear un cohete.
Incurre en este error porque,
como ya se señaló anteriormente, Verne escribía sus novelas respetando de
manera rigurosa el conocimiento científico de su época, para lo cual se hacía
asesorar permanentemente por científicos para validar y corroborar sus
cálculos. Y la ciencia de fines del
siglo XIX entendía de manera incorrecta el principio de Acción y Reacción de
Isaac Newton (conocida como tercera ley del movimiento), ya que suponía que
este principio no funcionaba en el Espacio, puesto que al no haber allí
atmósfera, no hay aire en cual los gases
que escapan puedan “afirmarse”, y así generar la fuerza de reacción necesaria para impulsar la
nave. De esta manera Julio Verne,
adhiriendo a esa forma incorrecta de imaginar los viajes espaciales, no tiene otra opción que recurrir al empleo de
un gigantesco cañón para disparar la nave-proyectil en un viaje de tipo
balístico inercial, el cual es a todas luces impracticable por la descomunal
fuerza de aceleración que deberían soportar tanto el vehículo como los
tripulantes durante el lanzamiento. Incluso para escribir la novela debió
imaginar una serie de artilugios que permitieran a los
pasajeros soportar al violento despegue.
Sólo a principios del siglo XX, y
gracias a los estudios pioneros en astronáutica del ruso Konstantin Tsiolkovsky
(1857-1935), el estadounidense Robert Goddard (1882-1945) y el alemán Hermann
Oberth (1894-1989) se pudo establecer el verdadero alcance de la tercera ley de
Newton, y de su funcionamiento pleno en el Espacio, reivindicando de este modo
al cohete como el medio que permitiría iniciar la conquista del cosmos. Pero
aquí se da una situación curiosa ya que un elemento en común que tenía estos
tres padres de la astronáutica, es que su sueño por conquistar el Espacio y
viajar hacia las estrellas, surgió al leer durante su niñez a Julio Verne, y en
particular la novela “De la Tierra a la Luna”. Sin embargo su trabajo
científico dejó al desnudo el garrafal error cometido por su “maestro”.
Predecir el futuro
El adivinar el futuro ha sido desde siempre una quimera de la especie humana, y ahora parece estar más de moda que nunca, sobre todo si se trata de anticipar catástrofes apocalípticas, como las que se auguran para este año 2012. Los profetas y charlatanes no pierden oportunidad de embaucar a los ingenuos, y aprovechan todos los medios de comunicación para alcanzar el deleznable objetivo de provocar alarma y miedo.
El adivinar el futuro ha sido desde siempre una quimera de la especie humana, y ahora parece estar más de moda que nunca, sobre todo si se trata de anticipar catástrofes apocalípticas, como las que se auguran para este año 2012. Los profetas y charlatanes no pierden oportunidad de embaucar a los ingenuos, y aprovechan todos los medios de comunicación para alcanzar el deleznable objetivo de provocar alarma y miedo.
Sin embargo, aunque el futuro nadie lo puede predecir, el conocimiento que nos entrega la ciencia sí nos permite imaginar escenarios futuros probables, y la ciencia ficción seria es un buen medio para aquello, aunque siempre está la posibilidad de errar, como le sucedió al gran Julio Verne.
4 comentarios:
"!Mi búsqueda sobre lo para normal aun no termina pero aqui cierro un capitulo. Conclucion si bien julio vernes escribió libros que hoy algunas cosas se estan llevando acabo no significa que el sr vernes fuera un vidente, fue un gran escritor de ciencia ficción, Gracias blosgpot x su gran labor informática"¡;Enrique Betancourt E.
No puedo evitar la nostalgia al mencionar las novelas de Julio Verner...Pocas personas que yo conosco, jovenes de mi generación, saben de él.
Es qe volvemos del futuro ! Y nuestro presente es nuestro pasado y el pasado nuestro presente actual !
Julio verme es lo mejor
Publicar un comentario