18 de marzo de 2007

Bobby Fischer se fue a la guerra

Cuando ya han trascurrido quince años del término de la Guerra Fría, cuesta entender el ambiente de confrontación en que vivió la humanidad durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX. La tensión era tal que hasta las disputas deportivas se transformaban en encarnizadas batallas, en las cuales estaba en juego la validación de modelos de sociedad diametralmente opuestos.

Por Hugo Jara Goldenberg
Publicado en el diario El Sur, el 18 de marzo de 2007. Ver artículo.....

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la configuración geopolítica mundial se definió en término de dos conglomerados: el mundo capitalista, liderado por los Estados Unidos y el régimen socialista-comunista encabezado por Rusia. Ambos bandos se enfrascaron en una lucha ideológica y política que no se transformó en una guerra declarada sólo por el temor a la utilización de armas nucleares. Para quienes no vivieron en ese período de la historia, debe resultar difícil comprender cómo ese enfrentamiento permeó a toda la sociedad y se manifestó en casi todos los aspectos de la vida cotidiana.

Hitos científicos y tecnológicos como la carrera espacial, que concluyó con la llegada del hombre a la Luna, o las competencias deportivas tenían una connotación que excedía al simple logro de un objetivo puntual. El éxito en cualquier actividad, se extrapolaba como la confirmación de la superioridad de uno u otro modelo en su intento por imponerse a escala mundial.

Pero de todos los enfrentamientos de la Guerra Fría, uno de los más espectaculares, y a la vez pintoresco, fue la disputa del Campeonato Mundial de Ajedrez, realizado en el verano europeo de 1972 en la ciudad de Reikiavik, capital de Islandia. Allí, el campeón mundial Boris Spassky de la Unión Soviética se enfrentó al retador norteamericano Robert “Bobby” Fischer, en una lucha en que intervinieron, por uno y otro bando, organismos como la CIA y la KGB, y hasta personajes como el Secretario de Estado Henry Kissinger y las más altas autoridades soviéticas. Y para recordar esa “gesta deportiva”, los periodistas británicos de la BBC David Edmonds y John Eidinow se propusieron investigar detalles desconocidos y reveladores que confirman las motivaciones políticas que se ocultaban detrás de ese épico enfrentamiento. Después de un arduo trabajo, que incluyó entrevistas a los principales protagonistas, publicaron el libro “Bobby Fischer se fue a la guerra, el duelo de ajedrez más famoso de la historia” (Editorial Sudamericana S.A., Colección Debate, 2007).

Para entender el por qué un encuentro de campeonato mundial pudo adquirir una connotación que excedía a lo estrictamente deportivo, es necesario considerar la importancia que tenía el ajedrez en la Unión Soviética. Después del triunfo bolchevique, este juego fue impuesto como el deporte que mejor representaba al espíritu de la revolución. Por ser una actividad lúdica eminentemente intelectual y asequible a todas las clases sociales, las autoridades la popularizaron en la población logrando que millones de personas lo practicaran regularmente. Incluso en la estructura de poder del régimen comunista, existían autoridades que velaban por su desarrollo, estableciendo sistemas de premios y castigos para los jugadores de elite, que se enfrentaban con los campeones de occidente.

Un presagio en el tablero

La masificación del ajedrez dio sus frutos, y a partir del año 1948 el título máximo de la disciplina estuvo en forma exclusiva en manos de jugadores soviéticos. Las autoridades del Kremlin interpretaron este dominio, a nivel mundial, como la confirmación indiscutida de la superioridad intelectual del comunismo por sobre el capitalismo decadente. El prestigio que reportaba el dominio mundial del “deporte ciencia” era considerado un asunto de estado y no podía, bajo ninguna circunstancia, perderse. La presión que sentían los jugadores soviéticos era evidente, y una derrota podía interpretarse como un acto de traición, con todas las consecuencias que ello implicaba.

La aparición en el firmamento ajedrecístico de Robert Fischer -quien desde fines de los años cincuenta, siendo aún un adolescente, ya deslumbraba a los especialistas- se proyectaba como un serio desafío al dominio del ajedrez soviético. Y esa amenaza finalmente se concretó. Uno tras otro, los principales jugadores del bloque socialista fueron cayendo ante el juego genial e implacable del norteamericano, que logró transformarse en el retador oficial del campeón mundial. Por primera vez en un cuarto de siglo, el cetro máximo del ajedrez mundial sería disputado fuera de la esfera comunista.

A través del relato de los periodistas británicos podemos transportarnos a ese, ya lejano, año 1972 y volver a vivir los detalles de ese memorable match que transformó en noticia de primera plana, a un deporte que siempre estuvo relegado a los oscuros rincones de las páginas interiores de los periódicos. Y lo más importante, seremos testigos de cómo un encuentro deportivo se transformó en una impensada metáfora de la realidad política y militar de la época. Un tablero de sesenta y cuatro casillas escenificó al enfrentamiento de las dos superpotencias y el triunfo del jugador norteamericano fue un presagio de lo que sucedería dos décadas más tarde, cuando se inicia la desintegración de la Unión Soviética y finalmente concluye la Guerra Fría.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hugo,

Me he sorprendido de la cantidad y la calidad de tus articulos, solo he podido leer algunos, continuare haciendolo en cuando tenga mas tiempo, sin embargo cada uno de ellos me incentiva a leer los libros que comentas.

Entiendo tu alegria de dedicale tiempo a la lectura y escritura, en vez de trabajar con los frios codigos de computador.

Te felicito.

Gloria