2 de octubre de 2006

De cómo vamos perdiendo la sabiduría (1 octubre 2006)

Existe consenso en que una de las condiciones necesarias para transitar exitosamente por la sociedad globalizada y tecnificada propia del siglo XXI, es poseer un adecuado acceso al acervo de conocimientos que la humanidad ha acumulado a través de la historia.

Por Hugo Jara Goldenberg

Publicado en el diario El Sur, el 1 de octubre de 2006.
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No en vano estamos viviendo en la denominada era del conocimiento, cuya principal característica es el alto volumen de información que se ha acumulado en todas las áreas del saber, y la cual experimenta un crecimiento exponencial. Es tal la magnitud de los datos existentes, que es humanamente imposible estar al tanto de todos los inventos, creaciones y descubrimientos que a diario surgen de los diferentes ámbitos de nuestro quehacer.

La consecuencia de esta explosión del conocimiento es la especialización a la que se ven obligadas las personas que ejercen en las diferentes actividades de nuestra sociedad. Cada vez son más escasos esos antiguos personajes con conocimientos enciclopédicos. Han sido reemplazados por otro tipo de individuos, quienes aunque son muy competentes (incluso brillantes) en ciertas áreas o especialidades, carecen de todo conocimiento e interés por aquello que esté más allá de su esfera de acción.

¿Es necesario en nuestra moderna sociedad, ese antiguo conocimiento multidisciplinario? Qué sucede con el saber asociado a la historia universal, el arte, la filosofía y en general, todas esas disciplinas que se han asociado desde siempre al bagaje imprescindible de una persona reconocida como culta. O es quizás una situación del pasado, ya innecesaria en una época como la nuestra, saturada por volúmenes ingentes de datos, en donde se valora y privilegia, por sobre cualquier otro aspecto, a la especialización extrema de los ciudadanos.

A pesar de la tendencia en formar a las nuevas generaciones privilegiando la tecnificación por sobre la universalidad del saber, para muchos continúa siendo un anhelo, el poseer un cuerpo de conocimientos tal que les permita ser reconocidas como personas cultas. Sin embargo, son pocos quienes aceptan que ese desafío no es gratuito, y que sólo es posible de alcanzar a través de un proceso personal, gradual, de mucha lectura y reflexión, a menudo árido, que en algunos aspectos define casi una opción de vida, y en donde las retribuciones pocas veces son materiales.

Ante esta perspectiva, tan opuesta a las aspiraciones cortoplacistas y de mínimo esfuerzo de la vida moderna, no faltará quien se pregunte si existe una fórmula para transformarse en un individuo erudito de manera menos complicada. Algunos intentarán lograrlo observando la programación cultural de la televisión por cable, otros buscarán un texto o enciclopedia que ofrezca un resumen razonable, y con la menor cantidad de páginas posibles

Quiz show

En este contexto, parece calzar muy bien el libro “Breve historia de saber, la cultura al alcance de todos” (Planeta, 2006) de Charles Van Doren, cuyo título induce a pensar que estamos en presencia de un texto como el buscado. Sin embargo, no es el caso, ya que se trata de una obra que invita a la reflexión , por el expediente de recorrer la aventura de nuestra civilización, principalmente desde la perspectiva del avance y desarrollo del conocimiento y la información.

Después de una interesante introducción, en la cual se analizan las especiales características del conocimiento, en su dimensión científica, histórica e intelectual, la obra continúa con una descripción pormenorizada del desarrollo de la cultura. Así, en una secuencia cronológica vemos desfilar capítulos dedicados a la sabiduría de la antigüedad, a la explosión cognitiva del mundo griego. También se plantean interrogantes como ¿qué sabían los romanos? o ¿qué “nació” en el Renacimiento? Junto con el desarrollo del conocimiento humanista se da también, gran importancia al progreso de la ciencia y la tecnología. Asistiremos a todos los detalles que llevaron a la invención del método científico, y posteriormente al vertiginoso avance que nos trajo hasta el siglo XXI. Incluso, el autor se arriesga con algunas predicciones sobre lo que nos deparará el futuro.

Un aspecto curioso del libro, dada su temática, lo constituye su autor. Charles Van Doren es un científico y catedrático que adquirió triste fama cuando, a fines de los años 50, mientras participaba en un programa de conocimientos en la televisión norteamericana, fue descubierto en actitudes deshonestas (conocía las preguntas de antemano). El escándalo que se produjo fue de proporciones, y le significó perder su credibilidad y empleo como profesor universitario. El caso fue ampliamente conocido cuando Robert Redford lo llevó al cine (Quiz Show, 1994).

A pesar del bochorno Van Doren se recuperó y como autor ha publicado algunos libros, entre ellos “Breve historia del saber”, el cual constituye una excelente oportunidad para recorrer la historia de nuestra civilización desde una perspectiva diferente. La obra nos permite también, entender que el camino de la ciencia y la tecnología no es único para alcanzar la esquiva verdad sobre nuestra naturaleza, frágil y efímera. Y por último, nos invita a reflexionar sobre el costo que hemos tenido que asumir en aras del progreso, encontrando más sentido que nunca a T. S. Eliot, cuando en una oportunidad señaló “Dónde está la sabiduría que hemos perdido con el exceso de conocimiento, y dónde está el conocimiento que hemos perdido con el exceso de información”.

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